
La polémica no descansa y menos cuando el pasto del Complejo Deportivo Municipal de Bragado parece más una postal de sequía que una cancha y por momentos es un chiqurero de chanchos. A esta altura, muchos vecinos se preguntan con razón si el estadio aún existe, si fue tragado por la tierra, o si quizás ahora funciona como un santuario espiritual donde las pelotas no entran pero las excusas florecen.
Paul Ochoa, hoy en Salaberry, lo resumió con ironía quirúrgica en sus redes: “¿Qué será de la vida del Complejo? ¿Sigue existiendo?”. Paul, querido, tranquilizate: sigue existiendo… en la memoria emotiva de quienes alguna vez vieron un partido ahí. En lo concreto, el estadio está más cerca de ser declarado área protegida por abandono que de recibir a los clubes locales.
El abogado Guillermo Berti, con precisión quirúrgica, apuntó : “El principal responsable es el intendente Sergio Barenghi”. Claro, porque si algo quedó claro en esta gestión es que el fútbol local ocupa un lugar central… pero en el cajón de lo olvidado. A Barenghi parece que lo entusiasma más el tablón del Club del Helicóptero y la novela de los super proveedores, que el del ascenso bragadense.
Y ahí entra en escena Nicolás Goncalvez, ex secretario de Deportes, que no se guardó nada: “Parece que a la liga ya no le conviene exigirle al municipio la utilización del complejo…”. Claro, Nicolás, ¿para qué usar un estadio público si total hay canchitas por ahí donde los clubes se las arreglan como pueden? ¡La autogestión al palo! Una lógica que se resume así: el municipio no te da la cancha, pero te da un abrazo simbólico (y con suerte, un mate frío).Eso sí, los fines de semana las tarifas para jugar un partido están por las nubes.
Desde la Liga Bragadense de Fútbol habían prometido — que “en poco tiempo” el estadio estaría listo. Tan “poco tiempo” como los plazos del Infinito: siempre está llegando, pero nunca llega. Por su parte, la Dirección de Deportes, a cargo de Marcos Roldán, parece más especializada en declaraciones gaseosas que en soluciones concretas.
Mientras tanto, las semifinales del torneo local se juegan en canchas ajenas, y el Complejo… bueno, el Complejo se contempla desde lejos. Como un mito urbano, como el amigo que siempre dice “ya estoy yendo”.
Porque si algo quedó claro es que cuando la política se pone los botines, lo único que patea es la responsabilidad al corner.
Sabemos que durante la campaña que hubo, para elegir presidente, donde se candidateo tambien el reconocido Diego Moreno, el intendente Barenghi empezó a llamar los clubes y prometieron de todo.
Como lo hemos dicho, Yaffaldano usa ese lugar para sus intenciones políticas, y de hecho queda claro a partir del momento en donde no hacen ningun tipo de gestión para acelerar las cosas y solucionarlas. El fútbol lamentablemente se va apagando y todas estas cosas van consolidando el fin.