
Hay un lugar en Bragado que supo ser símbolo de futuro. Hoy es apenas un baldío con galpones tristes y promesas vencidas. Se llama Parque Industrial, aunque nadie podría decir que lo cuidan como tal. Si uno llega sin GPS, corre el riesgo de confundirlo con un descampado con pretensiones fabriles. O con un homenaje a la desidia.
El intendente Sergio Barenghi había prometido en campaña que iba a “preocuparse por las pymes y la producción”. Dijo “preocuparse”, no “ocuparse”, y al parecer eligió tomarse el verbo al pie de la letra: preocupación sin acción. No arreglaron ni una calle. Ni una. Como si el esfuerzo de los industriales locales fuera parte del paisaje y no del motor económico de la ciudad.
El responsable directo del área es Emanuel Aramendi, funcionario de discurso largo y resultados invisibles. En las últimas semanas se dedicó a ensayar excusas tan insólitas que harían sonrojar a un actor de reparto. Que no hay recursos, que están “evaluando”, que primero hay otras prioridades. Como si el Parque Industrial no produjera trabajo ni pagara impuestos.La última que se inventó fue que no hicieron nada porque “ los empresarios no tienen conformado un consorcio de propietarios.
Lo cierto es que en el lugar no invirtieron un solo peso. Ni para cortar el pasto. Ni para tapar los pozos. Ni para poner un cartel decente. La señalética se cae, los caminos internos están rotos, la mugre se acumula en los márgenes como si nadie pasara por ahí. Y, de hecho, nadie pasa. Ni Barenghi ni Aramendi pisan el parque industrial. No lo recorren. No lo miran. No les importa.
Los empresarios que invirtieron ahí, algunos desde hace años, están furiosos. No hacen ruedas de prensa ni postean en redes, pero el malestar es total. Muchos hablan en voz baja, otros empiezan a levantar la voz. Dicen que la gestión municipal se olvidó completamente del sector productivo, que no hay ni diálogo ni respuestas. Que no se puede planificar nada con calles destruidas y cero mantenimiento.
En ese contexto, Nicolás Araujo, concejal del PRO, anunció que pedirá explicaciones formales en la próxima Rendición de Cuentas. Va a poner en números lo que salta a la vista: el municipio no destinó ni un peso al mantenimiento del parque industrial. Y nadie sabe bien por qué. Ni cómo lo van a justificar.
El municipio, mientras tanto, sigue de acto en acto, de banderazo en banderazo. Parecen pensar que gobernar es cortar cintas, no pasto.
La postal es tan absurda como representativa: un parque industrial lleno de actividad privada pero vacío de gestión pública. Galpones activos, máquinas que funcionan, y un Estado municipal que brilla por su ausencia. Lo único que florece es el yuyo.
Hace falta algo más que palabras para gobernar. Hace falta caminar, mirar, escuchar. Hace falta entender que sin producción no hay futuro, y que sin servicios básicos no hay inversión posible. Pero eso no entra en ningún discurso.
En Bragado, las pymes siguen haciendo lo que pueden. Lo que no hace el Estado. Lo que nunca hizo Aramendi. Lo que Barenghi prometió y ya olvidó. Por ahora, lo único que rinde cuentas en el Parque Industrial es el abandono.