Pese a que la siembra se atrasó y se achicó por la
sequía, pero llegaron las lluvias que finalmente
acompañaron al repunte del cultivo.
Este cambio que en una cosecha que venía retrasada
por las lluvias, con los actuales rendimientos
sorprendieron en muchas zonas. La cosecha de trigo
es una grata sorpresa de fin de año En las regiones
de norte, noroeste y oeste bonaerense hay lotes de
hasta 9.000 kilos. El inicio de la siembra de trigo
este año no fue el más auspicioso, en muchas zonas
la falta de humedad y el mal sabor que dejó la campaña
anterior hicieron que los productores decidan
no trabajar con el cereal, y la superficie sembrada a
nivel nacional se redujo a 5,9 millones de hectáreas,
un 3,28 por ciento menos que el ciclo anterior. Pero
con el correr del otoño empezaron a llegar algunas
lluvias que encendieron una luz de esperanza, y para
quienes se animaron a invertir, está llegando la
recompensa. “La siembra se retrasó en esta región
de la provincia de buenos aires, esperando algunas
lluvias, la situación era de déficit y los planteos
productivos para el cultivo fueron conservadores.
Después empezó a recomponer, pero ya cerca del
final del cultivo y algunos lotes se dieron por perdidos”,
Juan Fermanelli ingeniero agrónomo, de la
localidad bonaerense de Lincoln, detallo “Algunos
productores pudieron hacer planteos de mayor
tecnología, pero en general fueron conservadores
porque venían de campañas en las que se le puso
todo al cultivo y los trigos dieron 2.000 kilos y no
pagaron los costos. Se fue más conservador por
miedo y por falta de dinero”, comentó.
Pablo Eduardo Abbate, investigador del INTA
Balcarce, que mantiene una visión general muy completa
sobre la evolución del cultivo en diferentes zonas del
país, afirma que más allá del retraso de las lluvias la disponibilidad
hídrica al principio del ciclo fue bastante buena,
pero que promediando el macollaje empezó a faltar el
agua. “Entre septiembre y octubre el agua útil estaba por
debajo del 50 por ciento, había un estrés hídrico bastante
generalizado, la etapa de bajas precipitaciones se vio en
casi todos lados”, afirma, y explica que cuando finalmente
llegaron las lluvias agarraron a los cultivos en diferentes
etapas.
El inicio de la siembra de trigo este año no fue el más
auspicioso, en muchas zonas la falta de humedad y el mal
sabor que dejó la campaña anterior hicieron que los
productores decidan no hacer el cereal, y la superficie
sembrada a nivel nacional se redujo a 5,9 millones de
hectáreas, un 3,28 por ciento menos que el ciclo anterior.
Ahora llegando el fin en la región oeste y noroeste de la
provincia de Buenos Aires se vienen dando rendimientos
vienen siendo “espectaculares”. “Hubo lotes de hasta
9.000 kilos y el promedio debe estar en 6.000, un rendimiento
histórico que no esperábamos tanto. La calidad se
puede haber diluido un poco en tanto rinde, pero no fue un
año con problemas importantes de calidad”, asegura.
“La cosecha está atrasada por las lluvias. Normalmente el
grueso es entre Navidad y Año Nuevo. El retraso puede
generar pérdidas de calidad porque el grano se humedece
y hay pérdida de peso hectólitro, se puede perder la bonificación
por proteína y es una desventaja para la exportación”,
explico. En líneas generales, según su relevamiento,
“son buenos los rendimientos en el noroeste y oeste,
en la región triguera norte los rendimientos son bastante
más bajos que el promedio, en el sur son parecidos
al promedio y cerca de la costa tal vez por arriba del
promedio”.
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