En la Sala Dómine, del Centro Cultural Florencio Constantino, el domingo pasado nos encontramos con Camila, nuestra pasante, que estaba experimentando un taller de introducción a la improvisación musical dirigida, cuyo profesor es Sebastián Gonzalez. El objetivo del encuentro estuvo destinado a estudiantes y docentes de
instrumentos melódicos, rítmicos, armónicos y voces; el taller tuvo como objetivo estimular la creatividad, la intuición, la espontaneidad y el aprendizaje colectivo de elementos musicales a través de ejercicios lúdicos, prácticos y grupales.
Al terminar la primera fase de la mañana, nos acercamos a Sebastián para preguntarle algunas cosillas sobre este taller particular, que tuvimos la oportunidad de presenciar como oyente. Nos contó que él nació en Capital Federal y a partir de los quince años empezó a relacionarse con la música, más precisamente con la batería en una
escuela de música cerca del secundario. Estudió Ciencias Económicas durante cinco, seis años, pero el arte ya se le había metido por venas y abandonó la carrera. En el año 2007, conoció a “La Bomba de Tiempo”, que es un proyecto de percusión dirigido por alguien que va indicando, por un sistema de señas, a los músicos que tienen que ir haciendo, y se improvisa la música en tiempo real. Ese mismo año comienza a tomar
clases con Santiago Vázquez — creador del grupo–y a partir del año 2010 empieza a trabajar con él. Pronto se da cuenta que halló en este sistema de señas la “versatilidad”, una herramienta pedagógica muy fuerte, que se puede trabajar con diferentes públicos, que lo lleva con el correr de los años a perfeccionarse en la dirección, no como un director de orquesta clásico, sino más bien a través de estas maneras que el taller vino a mostrar.
–¿De niño querías ser director de orquesta?
No tengo recuerdos de niño, sinceramente, si me divertía la idea de ser un director de orquesta. Siempre escuché mucha música. Apareció en mi vida cuando conocí a “La Bomba de Tiempo”, ahí me enamoré de esto que me pone pleno y feliz.
–Aparte de la música y la dirección, ¿Qué otra afición tienes?
Aparte de la música y la dirección me gusta el deporte, sigo estudiando música, y por los proyectos que tengo personales, no me queda mucho más tiempo para otras aficiones, aunque siempre hay deseos y búsqueda, como la danza,
el teatro.
— Gracias a ti, los músicos que tocan instrumentos de sonidos muy diferentes pueden sonar bien todo a la vez, ¿esto requiere que se lleven bien?
Creo que son dos canales que van por separado, pero es inevitable que cuando sucede una cosa, sucede la otra. Muchas bandas nacieron desde la amistad, y esa era la fuerza principal, más allá de las notas o estilo de música que hagan y, viceversa, un montón de músicos que a raíz de la música se encontraron con otras personas y formaron
vínculos de cariño, de amistad. Por lo general la gente que viene a participar, viene predispuesta a encontrarse con otras individualidades. Gran parte del valor que tiene la cultura.
–¿Qué papel tiene la voz en una orquesta?
Pueden tener dos roles, como voz principal y la orquesta está en función a esa voz. El otro rol, es como una sección, un coro, una cuerda de violines. Cada voz hace su parte.
–¿Tienes algún director de orquesta preferido?
Mi mentor, Santiago Vázquez, que usa muchas herramientas de la dirección clásica para adaptarla a este sistema de composición en vivo, e Iván Fischer, que me gusta mucho por lo que transmite, por su carácter. Invito a la gente que
lo busque.
Es la primera vez que hago una entrevista tan larga, valió la pena, tuve la oportunidad de oír el bello sonido del viento, dirigido por un hombre que dejará una huella en la historia
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