Algunos bienintencionados se esfuerzan en tratar de justificar la Guerra (con la especificidad de la guerra que quieren justificar), otros, también bienintencionados, en deslegitimarla: «Esta es una guerra justa», «esta guerra no es justa», &c.
Más allá de la «Guerra» con mayúscula, están LAS guerras —solo están las guerras—. Cada una de las guerras, las reales, las que existen, y no la idea de la Guerra. Y cuando las bombas son reales, cuando caen de verdad, cuando la gente muere, cuando reinan el caos y el pánico, nadie en su sano juicio puede ponerse contento. Ahora bien, en momentos como estos, por lo expuesto hasta aquí, ridículo sería intentar justificar nada. No hay ninguna necesidad, pero sí es importante demostrar la falacia de los que se dicen defensores de los derechos humanos sin ninguna necesidad… los yihadistas son un poco más sinceros: «Israel existe y seguirá existiendo hasta que el Islam lo destruya, como ha destruido a otros antes», reza el preámbulo de la Carta fundacional de HAMÁS, citando a Hassan al-Banna. Como se ve, predican abiertamente sus motivaciones teleológicas y llevan a cabo actos para su finalidad, no se esconden con tonterías (como hacen los trotskistas cuando explican en la TV argentina de qué manera le van a mejorar la vida a los trabajadores de una PYME, sin decirles que se quieren quedar CON LA PYME).
Aquí viene el asunto del Estado de Israel, siempre en la mira —aparentemente— del mundo, siempre juzgado y medido con una vara que no se le exige a nadie más: hablemos de prudencia, como decía el filósofo Gustavo Bueno, en lugar de hablar de justicia e injusticia. Y, para hablar de prudencia, tendríamos que saber si el Estado Judío tiene la capacidad para hacer frente a sus enemigos, y de qué manera lo hace. Cuáles son los pasos que da y en qué momentos; pero en vez de eso se habla de otra cosa, para, en realidad, solapar otra mucho peor: NADA DE LO QUE HAGA ISRAEL estará bien nunca, jamás. Muchas caretas de los antiguos judeófobos se caen, ya no las necesitan, y mucha gente que antes tenía una postura errada sobre el conflicto, comenzó a cambiarla, al entender las motivaciones de esta guerra que está aconteciendo ahora (no podemos tratarlas en este breve escrito, pero diremos que es pura y exclusivamente religiosa).
El estado de guerra actual comenzó hace un año, el 7/10/23; con un ataque que ronda entre la barbarie y el salvajismo; un grupo de sádicos penetró territorio israelí —no Palestina ocupada como dijo un periodista de la progresía argentina, hablando casi con palabras de los yihadistas— y cometió la peor masacre de judíos en un día desde el Holocausto, alrededor de 1200, los métodos y las atrocidades no estimo necesario describir, casi todo el mundo que tiene una televisión, lee los diarios o simplemente usa alguna aplicación posiblemente las vio. También se llevaron una cantidad de secuestrados sin precedentes (incluidos mujeres y niños), muchos de ellos luego sufrieron la muerte y algunos siguen cautivos en Gaza, nadie sabe su estado, y la Cruz Roja no los ha visitado (como sí visita a terroristas en las cárceles israelíes). Ahora bien, esta gente hizo eso y retornó a Gaza (los que no fueron muertos por el ejército israelí), una de las zonas más densamente pobladas del mundo, donde los combatientes de la yihad están mezclados con los no combatientes, y donde los no combatientes muchas veces están involucrados, médicos y empleados de la ONU (UNRWA) incluidos —hay videos de civiles gazatíes cruzando al territorio israelí junto con terroristas, y esto se explica por el odio que hay en la sociedad gazatí para con los judíos, desde su educación, tema que tampoco podemos tratar—.
¿Qué piden algunos luego de todo esto?, ¡proporción! Porque entienden, como adolescentes, que en realidad todo tiene que ver con la cantidad de muertos, y a su vez, que la cantidad de muertos de un lado y de otro se debe al grado de maldad que cada parte detente. V.g., si HAMÁS tira 3000 misiles y mueren dos israelíes, y en un solo ataque aéreo israelí mueren 1500 gazatíes (estoy dando un ejemplo cualquiera), no se debe a que Israel se preocupó en invertir en sistemas de defensa aérea de los más avanzados del mundo, ni tampoco a que los yihadistas se construyeron túneles para sí y usan a sus civiles de escudos humanos… no; se debe a una maldad intrínseca del Estado de Israel, que no puede hacer otra cosa que matar civiles, en lo posible mujeres y niños. Esto es ridículo en extremo. Siguiendo esta idiotez, si un país es más fuerte que otro no se debería defender, o, en todo caso, si lo hace, debe hacerlo muy limitadamente, no sea cosa que cause bajas en los civiles enemigos, o que el enemigo termine devastado. Tampoco se exige en cualquier guerra que se le asegure la comida ni siquiera a la población civil del enemigo, comida que sí pasaba, llamativamente, desde Israel. (Históricamente sitiar ciudades fue una estrategia de guerra, y hambrear al pueblo del enemigo, por atroz que sea, también).
Hasta ahí está todo más o menos claro; los medios internacionales toman la cifra de muertos que les brinda HAMÁS, como siempre casi todos mujeres y niños, y la replican hasta el hartazgo, es interesante, parece que en Gaza nunca hubo combatientes. Luego nuestros medios replican lo que los medios internacionales replicaron del Ministerio de Salud de Gaza (HAMÁS); es decir, todo Occidente comprando cifras de un grupo yihadista que siempre mintió con los muertos y que tiene permitido hacerlo (los cristianos y judíos somos infieles y se nos puede mentir).
Luego, al día siguiente del ataque de HAMÁS, la organización chiita libanesa Hezbollá comenzó a lanzar misiles casi sin parar, siendo ellos más de 8.000 en lo que va del año; y, otra vez, no hay nada que Israel pueda hacer, siempre va a ser malo. Como se vio, bombardear los puestos de HAMÁS, aun avisando a la población civil para que abandonara los edificios, será genocidio, y lo que se dice es: «maten a los terroristas»; pero si el líder de HAMÁS muere en un ataque en Teherán (ataque que Israel no se atribuyó), se ha violado la soberanía iraní, y no solo eso, sino que han matado a un pacifista, como dijeron los grandes medios. Si luego de los bombardeos deciden ingresar de manera terrestre para desarticular su estructura de túneles, aun a costa de la vida de muchísimos soldados, están conquistado la misma Gaza de la que en 2005 se desconectaron por completo. Si bombardean con aviones el Líbano, incluso si matan al líder del Hezbollá libanés, está mal, mueren civiles; si explotan bípers que solo portan los combatientes, es un ataque terrorista; si ingresan por tierra al sur del Líbano (del que se retiraron en el 2000) para combatir con Hezbollá, están invadiendo un país, posiblemente para quedarse con más y más tierras, ya vimos que Israel tiene un tamaño superlativo y desde 1948 hasta aquí no hace otra cosa que expandirse y colonizar territorios, ya casi todo el Oriente Medio es judío, ¿no? Llego a este ridículo porque hay gente que plantea delirio tales. No hay manera. Si Irán (una teocracia ultrafanática chiita radical) lanza 200 misiles sobre territorio israelí, solo se están defendiendo (no se sabe bien qué amenaza representa Israel, minúsculo a la par de Irán, y a 1500 km. de distancia), la culpa será siempre de Israel, nada de lo que Israel haga importa, porque, recuerden, no se puede entender este conflicto sin tener en cuenta primero quiénes son los que han formado y los que viven en el Estado de Israel. Nunca, pero nunca, Israel tendrá derecho a defenderse, por eso, el derecho que tiene es el mismo que tuvo en 1948: su fuerza. Aunque les pese mucho a los nazis y a los yihadistas. Y a los progres, claro, aliados incondicionales del islam radical.