
Dialogamos con Facundo Andrés Pistola
Facundo nació en Bragado, provincia de Buenos Aires, un 10 de diciembre de 1986. Escritor, periodista, traductor, guionista cinematográfico. Egresado de la Facultad de Filosofía y Letras. Doctor en Literatura y Estudio Críticos. Titular de la Cátedra de Derechos Humanos de la UBA. Doctor honoris causa de la Universidad Complutense de Madrid.; Nada de eso es.
Es un ingeniero agrónomo que, luchando contra el lenguaje duro que le
enseñaron tantos años de Ciencias Exactas, trata de trasladar al lector las ideas y sensaciones de sus personajes. En ocasiones lo logra. O al menos eso cree. Así se
presentaba Facundo en su red social.
¿Cómo fueron tus inicios en el mundo de la escritura?
Mis comienzos fueron bastante turbios. Lo que escribía al principio se parecían más a desahogos emocionales que a literatura. Sufro de ansiedad y siempre canalizaba mis pensamientos y mis sentimientos más oscuros por ahí. Si Schopenhauer o Albert Camus hubieran publicado sus diarios íntimos creo que serían bastante parecidos a aquello que escribía. Por suerte esos manuscritos terminaron en una papelera y de a poco pude ir dándole mejor forma a mi escritura transformándola en algo que, de lejos, parece literatura.
¿Qué género lees y escribes? ¿Por qué?
Lo primero que comencé a escribir ya con algo más de forma fue una novela. Pero la
ansiedad antes dicha me llevaba a la frustración de no ver nunca el final, sentía que nunca me aproximaba a la luz al final del túnel. Así que me decanté por los relatos, cuentos cortos y fábulas, a los que puedo darles un cierre rápido. En cuanto a leer mis gustos son muy variados. Cuando algo está bien escrito y es profundo trasciende el género. Me pasa lo mismo con la música. Cuando está bien interpretada cualquier género me deja en la esquina. De adolescente era más fundamentalista del rock, pero con los años aprendí a escuchar y ahora acepto con agrado cualquier género siempre y cuando, repito, la música esté bien hecha. Exactamente igual que con la literatura.
¿Cuál es tu escritor y libro favorito?
¿Qué es el amor? ¿Cuál es el mejor sistema socioeconómico? Creo que ni esas preguntas son tan difíciles de responder como la de cuál es mi escritor favorito. Tengo muchos, cadauno es único a su manera: Eco, Dolina, Proust, Woolf, Sartre, Saramago, Puig, Borges, Bioy Casares, Sábato, Restrepo. Podría nombrar cientos. Sí puedo responder sin ninguna duda cuál es mi libro favorito: “El cementerio de Praga”, de Umberto Eco. Quizás no sea el mejor libro que he leído, pero sí mi debilidad. No sólo marcó un antes y un después en el Facundo lector sino que además es, en gran medida, responsable de que me animara a estar del otro lado de la página. Porque, ¿qué persona que algún día garrapateó unas líneas sobre un papel no sueña con escribir una novela como esa?
¿Qué hace de un libro un “buen libro”, uno que la gente disfrute o uno que les deje alguna enseñanza o aprendizaje?
Un buen libro es como un buen vino. ¿Y cuál es el mejor vino? ¡El que le gusta a uno! No importa si no es el más caro o si no nos deja en la boca sabor a barrica de roble, a frutos rojos o a la mar en coche. Y un “buen libro” es igual. Depende de la persona, incluso depende del momento. Particularmente prefiero los libros profundos, que dejan enseñanza o que, al menos, nos dejan pensando. Lo que no quita que no devore con placer novelas policiales y de aventuras. Dumas quizás no te enseñe demasiado, pero te prometo que te va a hacer olvidar del mundo por un buen rato. Y esa también es una gran cualidad en un libro.
Contanos sobre tu libro Los Sollozos del Camposanto.
“Los sollozos del camposanto” es una antología de cuentos, relatos y fábulas escritas por un autor ficticio llamado Severino Camposanto. Este ser ha recorrido las editoriales a lo largo y a lo ancho del país, a lo largo y a lo ancho del tiempo siempre con el mismo resultado: el fracaso. Ahora padece una enfermedad terminal (o al menos eso dice) y le pide a un amigo como última voluntad que financie la publicación de su libro. El amigo acepta, no sin renegar de forma vehemente, y así es como llega el libro a la calle. En él, Severino relata sucesos de la vida cotidiana, siempre con una cierta crítica al modo en que vivimos, al modo en que gira el mundo. Los temas son variados: amor, desamor, deseo. Tampoco deja afuera el miedo a la muerte, el tedio de la rutina, la intolerancia en la que está sumergida la sociedad.
Nadie que lea los cuentos se va a sentir ajeno. Seguramente todos pasamos por las
situaciones que pasa Severino, o ha pensado lo que él, o ha sentido lo que él.
¿Cuál es tu objetivo a la hora de que el lector lea tu libro?
Leyendo la respuesta anterior uno diría que Severino y su libro son extremadamente
pesimistas. Y puede que si uno lee alguno de sus cuentos al azar se quede con esa
impresión. Severino se queja, sí. Pero se queja para que abramos los ojos, para dejarnos pensando. El último relato del libro resume un poco su filosofía. Su literatura quiere ser una crítica constructiva. O mejor, una crítica deconstructiva.
Un sueño pendiente
Conocer Praga. Pero no por el libro, es un sueño que tengo desde muchos años antes de que se publicará “El cementerio de Praga”. Desde muchos años antes de que conociera siquiera la existencia de Umberto Eco. Me atrae el estilo gótico de la ciudad, desde muy pequeño. También soñé siempre con ganar el Premio Nobel. Pero de Física, no de Literatura. El de Física ya sé que no lo voy a ganar, en cuanto al de Literatura, tampoco. Si bien está influenciado por muchos autores, la escritura de Severino es distinta a todas.
En ese sentido es un libro original. A su vez es universal por los temas que trata. Es
profundo, reflexivo, invita a pensar, a repensarnos y nos alienta a mejorar como seres humanos. O al menos eso es lo que cree Severino.
Para los que aún no lo leyeron y están interesados el libro se puede conseguir en Librería LiTex, en el Instagram de @soma.libros, en mis redes sociales (@facupistola en Instagram o Facundo Pistola en Facebook) y también estará disponible en la próxima feria del libro de nuestra ciudad