

A pocos días de las elecciones legislativas, Javier Milei ya adelanta lo que podría ser el primer gran reacomodamiento político de su gestión. El presidente confirmó que habrá modificaciones en el Gabinete “a partir del lunes 27 de octubre”, y lo enmarcó dentro del “segundo tramo” de su mandato. Pero, más allá del tecnicismo, el mensaje fue político: el oficialismo se prepara para ajustar el tablero del poder y redefinir su mapa de lealtades.
Según explicó el propio Milei en una entrevista grabada con la TV Pública, algunos ministros “tienen otras funciones” y los cambios “se van a dar naturalmente”. Sin embargo, la frase no oculta la tensión interna que atraviesa a La Libertad Avanza, un espacio que llega a la mitad del mandato desgastado por disputas, renuncias y pulseadas ideológicas entre los sectores más técnicos y los más dogmáticos.
El mandatario también aprovechó la entrevista para retomar su estrategia preferida: la confrontación. Esta vez, el blanco fue un sector del PRO, al que calificó como “los enojaditos de Macri”. Con esa expresión, Milei responsabilizó a parte del macrismo por el eventual regreso del kirchnerismo, acusándolos de obstaculizar su programa de reformas y de “jugar para el statu quo”.
El ataque no es casual. En los últimos meses, la alianza entre libertarios y macristas se fue resquebrajando, sobre todo tras la pérdida de poder de Patricia Bullrich dentro del Ejecutivo y la falta de coordinación legislativa. Detrás de escena, Milei busca marcar territorio: definir quiénes siguen siendo “aliados” y quiénes pasarán al bando de los “traidores”, en una narrativa que combina victimización con cálculo político.
En la práctica, el anunciado “reacomodamiento ministerial” podría implicar la salida de funcionarios que llegaron de la mano de Bullrich y Macri, y la llegada de nuevos cuadros más alineados con el núcleo duro libertario. Aún sin nombres confirmados, se habla de un rediseño que alcance carteras estratégicas vinculadas a la gestión económica y la comunicación.
En paralelo, Milei insiste con su discurso de “mandato popular” y promete cumplir “el contrato con la población”, una frase que repite para mantener el tono épico de campaña. Pero en la realidad cotidiana, el gobierno enfrenta la doble dificultad de sostener el ajuste y rearmar su base política, justo cuando el Congreso podría alterar los equilibrios del poder.
La foto que deja este anuncio es clara: un presidente en modo ofensiva, que busca renovar su círculo de confianza mientras redefine enemigos. En la lógica mileísta, no hay espacio para grises. El que no acompaña el cambio, estorba.
