

La madrugada del lunes no fue una más en Junín. En silencio, mientras la mayoría dormía, un centenar de efectivos de la Policía Bonaerense se desplegó en una operación simultánea que también alcanzó a Chacabuco e Ingeniero Budge. Ocho allanamientos, una investigación de un año y medio y una organización delictiva que, según la Justicia Federal, movía droga desde el interior hacia el Conurbano.
Los procedimientos comenzaron pasadas las doce de la noche y se extendieron hasta el mediodía. En cada punto, los agentes irrumpieron con órdenes precisas: secuestrar drogas, armas, dinero y dispositivos de comunicación. El saldo fue contundente: más de cien ladrillos de marihuana prensada, cocaína lista para la venta, una ametralladora, balanzas de precisión y varios teléfonos celulares. Entre ellos, dos aparatos pertenecientes a internos de la Unidad Penal N° XIII de Junín, sospechados de dirigir parte del negocio desde su celda.
El origen de la causa se remonta a abril del año pasado, cuando una denuncia anónima vinculó a un preso de esa unidad con el comercio de estupefacientes. Lo que parecía un dato menor fue revelando una trama más densa: un circuito de distribución que unía pequeñas ciudades del noroeste bonaerense con los barrios más duros del Gran Buenos Aires. Chacabuco, según los investigadores, funcionaba como epicentro logístico y financiero.
Tras los allanamientos, el Juzgado Federal de Junín ordenó la detención de seis personas. Entre ellos, una pareja oriunda de Chacabuco —M.V.M., de 35 años, y L.B.M., de 30—, señalados como los principales organizadores. También fueron arrestadas tres mujeres y un hombre de Junín, de entre 19 y 38 años, acusados de integrar los eslabones de venta y transporte.
Todos quedaron a disposición de la Justicia bajo los cargos de infracción a la Ley 23.737. En las próximas horas serán indagados.
El operativo, que involucró meses de seguimientos, escuchas y tareas encubiertas, fue coordinado por la Delegación Antinarcóticos de Junín. Según fuentes de la investigación, los allanamientos no sólo permitieron cortar una línea de provisión, sino también exponer los nexos entre el delito carcelario y el narcotráfico regional.
