

Vi a Eitan Horn, el argentino hermano de Yair, abrazar a su familia.
Vi a los hermanos Cunio (también argentinos) fundirse en un llanto interminable.
Vi a Avinatan Or correr hacia Noa Argamani —su novia, secuestrada junto a él en el festival Nova y rescatada meses antes— y aferrarse a ella como si el tiempo hubiera detenido su respiración durante dos años.
Y vi también, a Evyatar David, abrazado a sus padres, con la sonrisa quebrada de quien ya conoció el infierno y todavía elige la vida. El mismo Evyatar que en un video difundido por Hamás en agosto de 2025 aparecía demacrado hasta los huesos, con una pala en la mano en un túnel húmedo y sin aire, murmurando en hebreo: “Lo que estoy haciendo ahora es cavar mi propia tumba”, en un video que todavía me persigue en sueños
Hay imágenes que no se olvidan. Hay sonidos que no dejan dormir. Y, sin embargo, hoy el silencio se rompió con una palabra que ya casi no sabíamos pronunciar: “regresaron.” Porque tras 738 días de silencio —o de agonía contenida—, los últimos 20 secuestrados vivos fueron liberados.
La herida que no cicatrizó
El 7 de octubre de 2023 fue más que un ataque: fue una fractura del mundo tal como lo conocíamos. En pleno Simjat Torá —la fiesta de la danza, de la alegría por el Libro en que se basan los valores judeocristianos—, el horror irrumpió. Intentaron arrebatarnos la fiesta, la alegría, la música y el entusiasmo. Intentaron robarnos algo más: la inocencia, la esperanza.
Desde entonces:
- 1.957 víctimas —soldados y civiles— han sido documentadas como caídos desde el inicio del conflicto.
- 223 secuestrados han regresado (vivos o muertos).
- Aún quedan 28 cuerpos de secuestrados por volver envueltos en silencio.
Hoy la palabra “rescate” es al mismo tiempo un verbo político, moral y doloroso.
No podemos olvidar: algunos regresaron en ataúdes. Pero también regresaron otros con vida. Y en cada regreso late una promesa: nadie queda atrás.
En esta madrugada hemos visto un nuevo amanecer. Y ese amanecer no es simbólico: es real. Es el momento en el que los gritos surgen de nuevo, donde la multitud respira por primera vez sin el temor del captor. Desde nuestros lugares lo dijimos: rezamos, lloramos, esperamos, cantamos, abrazamos. Y hoy, uno por uno, algunos regresan.
Datos urgentes (porque la emoción no puede ignorar lo que es real)
- Liberación de los 20 vivos: Hamás publicó sus nombres como parte del primer tramo del acuerdo de alto el fuego.
- Intercambio masivo: a cambio, Israel excarceló a 1.968 palestinos, incluyendo 250 condenados por delitos terroristas que cumplían cadenas perpetuas y más de 1.700 personas detenidas en Gaza desde el inicio de la guerra en octubre de 2023.
- Sólo 4 cuerpos de los 28 muertos han podido ser devueltos hasta ahora.
- Este episodio forma parte de la operación llamada Shavim Legvulam (“Volvieron a su frontera”) con mediación internacional.
- Aunque el cielo parece haberse calmado, los desafíos persisten: quién gobernará Gaza, cómo asegurar el cumplimiento del pacto, cómo reconstruir lo destruido.
Los titulares hablarán ahora de “normalidad emergente”, de “nueva era de paz”. Pero los que vivimos estos años sabemos que la paz no es un interruptor: es un proceso que empieza con gestos imposibles, con movimientos que muchos consideraban fantasía. Ya se habla de una emergente guerra civil en Gaza.
El antisemitismo: el monstruo que reaparece
Mientras celebramos la liberación, hay otro fenómeno que se rehúsa a morir: el antisemitismo. No el de culto teatral, sino el antisemitismo moderno. Ese que se disfraza de progresismo, de “liberación”, de confluir contra el colonialismo. Ese que usa discursos de víctima para silenciar la verdad. Ese que se camufla detrás de causas nobles (Sudán, Myanmar, Congo) pero ignora la que más lo necesita: la causa de Israel y del pueblo judío.
¿A dónde irán las “flotillas humanitarias” con 2 curitas y 250 cc de alcohol rebajado? ¿A qué se dedicarán los influencers de TikTok que se dedicaban a insultar a Israel y defender a Hamás? ¿Harán recetas de cocina árabe? ¿Se acordarán de Sudán, de los cristianos en África, de Myanmar, del Congo? ¿O sólo cuando les convenga narrativamente?
No podemos olvidar: tampoco olvidaremos las personalidades, políticos, artistas, influencers, militantes y un largo etcétera de militantes ignorantes —incluso algunos pocos de nuestro pueblo— que nos odiaron, nos trataron de genocidas, nos acusaron de colonialistas, nazis, fascistas… Nos insultaron con toda saña en las redes sociales… No lo olvidaremos…
En los próximos cinco años, estimo que el antisemitismo no caerá, se sostendrá o incluso crecerá. No porque la gente ame el odio, sino porque las redes sociales, la cultura del resentimiento y la propaganda guebbeliana wokeista y neo-izquierdista mediatizan mentiras con eficacia. Pero llegará un momento en que la falsedad se desplomará bajo su peso. Porque la verdad histórica y la evidencia no pueden mantenerse ocultas eternamente.
Resiliencia: bailar, recordar, sanar
Hace dos años intentamos bailar sin ellos. El año pasado bailamos por ellos. Este año, bailamos con ellos.
Ese baile no es simbólico. Es un renacer, un acto de reparación. Cada paso, cada giro, cada tambor, es una promesa cumplida: que volveríamos. Que no nos rendiremos. Que la alegría, aunque herida, puede desplegarse de nuevo.
Hoy vemos que no es sólo Israel quien celebra ese renacer: es el mundo que debe volver a reconocer la dignidad y el derecho a existir, a defenderse y a curar. Desde la diáspora, los judíos, los que aman a Israel, los que defienden los valores de oxidente, desde nuestra voz compartida, recordamos:
- Que los caídos, los combatientes y los trescientos intentos de liberación fallidos no fueron en vano.
- Que el dolor no se cancela; se ofrece como memoria y advertencia.
- Que quienes fomentaron el odio, quienes financiaron la propaganda, quienes callaron ante la barbarie, deberán dar cuentas ante la historia.
Y sí: hay razones para la esperanza. Porque el mundo que profetiza conspiraciones radicales en cada esquina se ha quedado sin espaldas morales ante lo que ocurrió. La resonancia de los días oscuros ha despertado conciencias.
Un llamado abierto
A los medios: no corran a encuadrar esta liberación como “capítulo cerrado”. Es el inicio de otro libro. Uno donde no se pelea solo por su espacio geográfico, sino por la narrativa moral del siglo XXI.
A quienes alzan la voz contra Israel: les digo —con dolor y firmeza— que no es válido convertir la causa palestina en excusa para silenciar los horrores, omitir víctimas y celebrar genocidios. Se puede ser pro-paz sin traicionar la verdad. Se puede sostener críticas sin caer en demonización colectiva.
A los judíos e israelíes y amigos del justo proyecto sionista: este es un momento para mirar para adentro, para reconstruir no solo muros físicos sino redes de empatía, educación y presencia en el mundo. Hay que mantenerse más firmes que nunca.
Y a aquellos que sienten que la esperanza murió: este 13 de octubre de 2025 grita lo contrario. Que la vida, aunque rota, se recompone. Que la alianza entre fe y acción no es un ideal vacío: es el motor que nos trajo hasta aquí.
- Que pronto estén todos de vuelta en casa.
- Que podamos seguir viviendo bajo un cielo de Paz, extendido sobre nosotros y sobre todos los que la desean de corazón.
- Que recuperemos la danza, no como símbolo vano, sino como metáfora viva: porque el pueblo que danza, persiste.
- Que el pueblo valiente de Israel vive y vivirá.
Am Israel Jai.
