

Dante Alighieri, un filósofo de ese período de transformaciones, que transcurre desde
que cae la Edad Media y surge lo que llamamos Edad Moderna, que denominamos
Renacimiento, escribió una de sus obras fundamentales Convivio entre 1304 y 1307
durante el exilio.
Esta obra de Dante, tiene el título que viene del latín convivium que significa banquete,
tiene en el capítulo IV una filosofía política que tiene muchísimos ecos aristotélicos.
Dante plantea que es necesario de manera radical una “majestad imperial”, una política
que se abarcativa de todas las personas y de todas las naciones, mediante la cual todas
las personas que habitan tienen que estar subordinadas a un fin común, que consiste en
la vida feliz.
Esto lo toma directamente de la Etica Nicomaquea de Aristóteles, obra en la cual el
Estagirita plantea que el fin de vivir en la polis es tender a que toda la población tienda a
la eudaimonia.
Dante plantea que todo esta actividad teleológica no es una tarea individual, sino que es
una tarea colectiva, porque los hombres necesitan determinados objetos y solucionar
situaciones que no se dan de manera aislada, todas estas necesidades, “las cuales uno
solo no puede conseguir”, y, lo refuerza citando con una cita de la Política de
Aristóteles, que es “el hombre, es un animal social”.
Este tipo de relaciones la va extendiendo a toda la forma de relacionarnos en la vida en
comunidad, y, va ampliando el espectro, y presenta un argumento para decir que aun, en
este contexto, se puede caer en sentimientos negativos, y son ávaros, y para evitar la
ocupación de territorios y provocar guerras, que es necesario que toda la tierra y la
humanidad estén en una Monarquía, y agrega, solo un principado y un solo príncipe.
Este príncipe que posee todo, y, no pudiendo desear más, mantenga la armonía entre los
distintos reinos, para que los reyes no estén intentando invadir territorios ajenos, sino
que estén contentos entre sus límites.
Todo esto lo refuerza citando a Aristóteles en la Política, ya que afirma que cuando
muchas tienden hacia un fin, es necesario que una de ellas tenga la capacidad de
regularlas, o bien que las rija, y todas las demás cosas sean regidas y reguladas.
Con este argumento (y con un ejemplo en medio sobre las naves), vuelve con el
argumento de que todos estos reinos, tiendan a la perfección, hay un principio que tenga
el cargo universal e irrefragable de comandar. Este cargo es la cargo máximo que es el
Imperio, y la persona que ocupe el lugar de dirección es Emperador, ya que es la
persona que es el gobernante de todos los gobernados (de todos los gobiernos), y su
dictum, lo que su voz proyecta, es ley para todos, y todos los gobernados deben
escuchar y obedecer, a partir de lo cual, todos los gobiernos tienen vigor y autoridad a
partir de su existencia, teniendo en cuenta que la excelencia y la autoridad imperial son
las más excelsas de toda comunidad humana.
El Dante presenta un contrargumento, esto es un argumento que puede mostrar un punto
flojo de toda la argumentación presentada en el texto, y plantea que aunque sea
necesaria en el mundo la función del imperio, no se sigue de que la autoridad del
´principado romano sea la más alta (esta es la postura que propone Dante), pero esta
autoridad no se sigue que este poderío romano no fue adquirido por la razón ni por un
consenso universal, sino que se construyó por la fuerza, y que, en general, se oponen
fuerza y razón.
Dante propone una respuesta para combatir este contraargumento, que le resulta de fácil
redacción y, también, de fácil explicación, que, en primer lugar, este emperador debe
proceder de aquel consejo que es proveedor de todos: Dios; porque sino la elección es
desigual para todas las personas, y se debe a que antes del monarca, nadie se
preocupaba por el bien común. Y como no hay pueblo que tenga diversas
características, que es la progenie latina, y, a la vez, el pueblo que portaba la sangre
troyana, esto es Roma.
Dios mostró las características a Roma, para poder tener ese cargo, es por eso, que
posee una gran virtud, y, le muestra la posesión de una benignidad infinita, es decir,
Dante reafirma que Roma era el pueblo mejor preparado.
Roma no solo cuenta con la fuerza, sino que además cuenta con la Divina Providencia,
y esto último es lo que está por encima de toda la razón, y, esta justificación la
encuentra en Virgilio en la Eneida.
En esta filosofía política, que propone Dante, pone una causalidad aristotélica, la fuerza,
es la causa instrumental, no la motora, como el que propone el contraargumento, y,
también, la razón (y la razón divina), debe ser presentada como el principio del Imperio
Romano.
El Imperio Romano, consta con dos características importantísimas: la primera de ellas,
es que Dios le brindó un nacimiento especial, y, la segunda, es Dios le brindó un
especial desarrollo.
En este Capítulo IV del Convivio expone una filosofía política renacentista que va a dar
lugar a las disquisiciones, en torno a lo que conocemos como contractualismo, en donde
los tres principales referentes, Hobbes, Locke y Rousseau, contemplarán el surgimiento
del Estado con argumentos similares.
Toda esto lo profundiza en capítulos posteriores, y, muestran a Dante, y, en especial al
Convivo, como una brújula de la filosofía política a seguir.
