

El campo bonaerense decidió dejar de rumiar en silencio. Los productores, cansados de inundaciones eternas, caminos rurales que parecen trincheras y obras públicas que nunca arrancan, están preparando la artillería: tractores, camionetas y bronca. Mucha bronca.
La postal no es nueva, pero ahora viene con el sello de la urgencia. En Nueve de Julio, días atrás, la protesta no fue con banderitas ni cacerolas: los productores irrumpieron en la Municipalidad, a los gritos, y el secretario de Gobierno terminó escuchando a la fuerza lo que hace meses nadie quería atender.
El malestar se multiplicó. Y a fuerza de redes sociales, la convocatoria ya tiene fecha y lugar: sábado 4 de octubre, 11 de la mañana, con sedes en San Andrés de Giles, Chacabuco y Pigüé. El nombre elegido es el de siempre: “tractorazo”. El espíritu, sin embargo, se parece más a un grito de dignidad que a una simple protesta sectorial.
“Este sábado camiones y tractores al costado de la ruta”.
“Somos productores, no esclavos del saqueo”.
Las consignas hablan solas. La paciencia, agotada. El reclamo, concreto: basta de ser el fusible de una economía que aprieta donde más duele. Y en el medio, la política. Porque no solo los chacareros difunden la movida: también se sumó un jefe comunal, Francisco Echarren, de Castelli, que en redes escribió con la crudeza que amerita la situación: “Tractorazo contra Milei. El campo también se cansó. No queda nada”.
El telón de fondo es obvio: un Gobierno nacional que levanta la bandera de las retenciones cero mientras deja al sector a la intemperie del agua y el barro; y una Provincia que parece mirar de costado mientras los pueblos del interior se hunden con cada lluvia.
El próximo sábado, la escena ya está escrita: tractores alineados en la banquina, banderas flameando y un grito común que atraviesa chacras y pueblos. Porque, después de todo, la única cosecha que nunca falla es la de las promesas incumplidas: siempre germinan, crecen rápido y terminan ahogando al productor.
