

La creciente amenaza del agua volvió a poner en tensión la relación entre la oposición y el Ejecutivo municipal. Dos voces de la UCR, Eugenia Gil y Jorge Castillo, coincidieron en señalar lo mismo: que la situación era previsible, advertida y evitable. El drama, sostienen, no es sólo la emergencia actual, sino la falta de previsión.
Gil lo sintetizó en una frase seca y contundente: “Una situación que fue advertida, que podría haberse mitigado. Las obras son URGENTE”. Su diagnóstico expone lo obvio pero incómodo: lo que hoy se vive no es un accidente de la naturaleza, sino el resultado de años de demoras y desidia en infraestructura hídrica.
Castillo, concejal electo, fue más allá. Aceptó la convocatoria al diálogo del intendente, pero dejó en claro que no quiere prestarse a una foto vacía. “Debemos conversar en serio”, dijo, recordando que en abril presentaron un proyecto de Ordenanza para mitigar riesgos, en mayo pidieron reclamar juntos por el Fondo Hídrico Nacional y que la senadora del espacio viene insistiendo en la Provincia sin acompañamiento del Municipio. El mensaje fue directo: las advertencias estaban, los reclamos también, lo que faltó fue gestión y voluntad política para anticiparse.
Ambos referentes marcan un mismo eje: el oficialismo llega tarde, y la comunidad paga con anegamientos lo que pudo haberse resuelto en tiempo y forma. El planteo de Gil y Castillo no sólo interpela al intendente, sino que desnuda un vacío de coordinación entre Nación, Provincia y Municipio, donde cada nivel parece mirar al otro mientras el agua avanza.
En el fondo, se discute algo más profundo: ¿la política está dispuesta a asumir la emergencia con planificación seria y consensuada, o seguirá apelando al maquillaje comunicacional para capear la tormenta? Gil y Castillo, al menos en el discurso, optaron por la primera opción.
