

En los papeles, La Libertad Avanza se presenta como el estandarte de la transparencia, la defensa del individuo y la ética libertaria. En la práctica, al menos en su versión chivilcoyana, parecería funcionar más como un manual de lo que no debe hacerse en democracia. Las acusaciones formuladas por un joven militante —documentadas, con pruebas que asegura tener en su poder— dibujan un cuadro que, de confirmarse, haría palidecer a más de un manual de derecho penal.
El epicentro de las denuncias se encuentra en torno a Leandro Cabrera, actual director de la ANSES regional y candidato a concejal en 2023, quien, paradójicamente, lejos de sostener el célebre principio libertario de “no agresión”, habría optado por una variante más criolla: la del agravio sistemático.
Malos tratos y un principio libertario hecho añicos
La filosofía libertaria suele resumirse en la defensa irrestricta de la libertad individual, siempre y cuando no se dañe al otro. Cabrera, sin embargo, habría interpretado ese principio con una lógica creativa: “el que avisa no traiciona”, llegó a espetar, en tono amenazante, a quien hoy lo denuncia. La advertencia no quedó en lo retórico: expresiones como “Te saco a patadas en el culo, literal” o “Te cago a piñas en serio” fueron, según el testimonio, moneda corriente.
La ironía es evidente: mientras el discurso público se nutre de citas de Alberdi y de arrebatos en defensa de la ética, el accionar privado se asemeja más al de un matón de comité que al de un dirigente moderno.
Amiguismos y favores cruzados: la frontera difusa con el kirchnerismo
Otra arista de la denuncia resulta, cuanto menos, incómoda. Cabrera, referente de un espacio que se enorgullece de combatir al kirchnerismo, habría recibido de sectores locales de ese mismo movimiento el financiamiento de su campaña 2023.
Si esto fuese cierto, el principio de coherencia política quedaría reducido a un eslogan de ocasión.
El denunciante lo plantea con crudeza: Cabrera habría defendido a militantes kirchneristas de críticas libertarias, al tiempo que callaba frente a actos vandálicos contra Juntos por el Cambio y otras fuerzas opositoras. La sospecha es clara: ¿ética? Sí, pero condicionada al pago previo de favores políticos.
Amedrentamientos, extorsiones y asociación ilícita
El joven denunciante relata que, durante la campaña, comenzaron las llamadas y mensajes intimidatorios provenientes de allegados a Cabrera. Amenazas explícitas, presiones constantes, e incluso insinuaciones de daño físico. Frente a este panorama, consultó con un abogado, quien le sugirió la posibilidad de avanzar en una denuncia por extorsión y asociación ilícita.
El escenario descripto roza lo kafkiano: un partido cuyo lema es la defensa de la libertad individual, convertido en un espacio donde la libertad se negocia a cambio de silencio.
La censura: la paradoja de silenciar en nombre de la libertad
No menos grave resulta la acusación de censura mediática. Cabrera y su entorno habrían presionado a medios locales —en especial al diario La Razón de Chivilcoy— para que no publicaran más notas del denunciante.
Lo que en boca de un libertario suena a contradicción menor, en la práctica constituye una privación directa de un derecho constitucional.
La ironía se escribe sola: un partido llamado La Libertad Avanza empeñado en que la libertad de expresión retroceda.
Autoritarismo digital: el “ban” como herramienta política
En 2024, y pese a todo, el joven decidió reincorporarse al espacio, con la ingenua expectativa de aportar desde adentro. Su permanencia duró lo que tarda un administrador de WhatsApp en pulsar “eliminar del grupo”. La razón: opinar sobre la conveniencia de abrazarse a un dirigente kirchnerista.
La sanción fue fulminante: expulsión inmediata y silenciamiento. Cabrera, en su rol de administrador, se arrogó la facultad de juez, fiscal y verdugo digital. Otro principio libertario mutilado: el de la libre discusión.
La libertad de decidir, también cercenada
El colmo llegó con el armado de listas en 2025. Varios militantes habrían intentado renunciar a sus candidaturas, hartos de irregularidades y manejos turbios. La respuesta fue un no rotundo: “ya no se puede renunciar”, les dijeron, pese a que la ley electoral prevé exactamente lo contrario.
La paradoja se vuelve insoportable: un partido que predica la “libertad absoluta” le niega a sus propios miembros la libertad básica de decir “me voy”.
Una conclusión inevitable
Lo que surge de este relato es un panorama donde las banderas de la libertad, la ética y el respeto individual son utilizadas como mero decorado electoral, mientras en los pasillos reina el apriete, la censura y la incoherencia.
El denunciante lo sintetiza con una advertencia que merece atención: “Hoy es por mí, mañana será por ustedes”.
Y quizás allí radique la mayor enseñanza de esta crónica: que bajo el discurso altisonante de la libertad, en Chivilcoy se esconde un sistema de poder que, en vez de avanzar, se empeña en retroceder hacia las peores prácticas de la política criolla.

O sea digamos, te cuento cómo lloro porque me echaron de un grupo de whatsapp en 17 párrafos haciéndome el que soy más papista que el papa
Que no te pase que amenacen a tu hijo a muerte…