

El programa “Somos Comunidad” volvió a activarse el fin de semana, con su clásica fórmula de recorridas barriales y prestaciones mínimas. Esta vez, fue el turno de los barrios La Unión, Coll, 30 de Junio y Ripari. Y como ya es costumbre, se desplegaron algunos servicios —vacunación antigripal, campaña contra estafas virtuales, una feria de emprendedores y un par de stands informativos— como si eso bastara para marcar presencia y demostrar gestión.
Pero lo que aparece como presencia estatal, no pasa de ser una postal bien intencionada, aunque repetitiva y carente de rumbo. Una vez más, el municipio actúa sin un objetivo político claro, sin un plan que articule estas acciones dispersas en una estrategia de transformación real. El resultado: una feria, una poda, un folleto. Nada que altere la estructura del abandono.
El problema no es solo la superficialidad de las medidas. Es también la ausencia de creatividad para pensar lo público más allá del maquillaje. ¿Qué cambia en la vida de un vecino cuando se instala un stand por un sábado? ¿A cuántos alcanza una charla sobre estafas digitales en un comercio? ¿Qué mejora concreta representa una poda aislada si las calles siguen rotas y los servicios colapsados?
El “encuentro con los vecinos” —ese concepto que se repite como mantra en cada comunicado oficial— termina funcionando más como excusa que como contenido. El intendente Sergio Barenghi se muestra dialogando, pero nada en el texto indica qué proyectos concretos se construyen con ese diálogo, ni qué compromisos surgen de esas charlas. Solo se anuncia la voluntad genérica de “seguir avanzando”, como si eso fuera suficiente para justificar la gestión.
Mientras tanto, los barrios visitados siguen atravesados por los mismos problemas estructurales de siempre: falta de acceso a servicios básicos, precariedad habitacional, inseguridad y desocupación. Ninguna de esas cuestiones aparece enfrentada con decisión ni con políticas de fondo. En su lugar, se opta por el atajo: mostrar acción sin generar transformación.
Si “Somos Comunidad” quiere dejar de ser un eslogan vacío, necesita algo más que logística y buenas intenciones. Necesita pensamiento político, planificación estratégica y compromiso real con la resolución de problemas estructurales. Mientras eso no ocurra, lo que se ofrece a los vecinos seguirá siendo apenas un sábado distinto. Pero su realidad, la de todos los días, seguirá igual.
