
A veces el peronismo bragadense se parece más a una novela de enredos que a un espacio político. El último capítulo se tituló “Bragado con Cristina” —un encuentro militante organizado por Salvador Alonso— y dejó a la vista una postal que vale más que mil comunicados: no estuvo el Intendente Sergio Barenghi, no estuvo su secretario de Gobierno José Luis Quarleri, no estuvo Juan Manuel Barenghi, no estuvo el Frente Renovador, no estuvo el Movimiento Evita… ¿Quiénes estuvieron? Bueno, los que todavía creen que Cristina sigue siendo conductora… aunque la caravana vaya con las ruedas flojas.
Salvador Alonso, entusiasta como siempre, publicó al cierre:
“Nos encontramos para organizarnos ante la embestida judicial contra nuestra conductora. Entendemos que defender a Cristina es defender la democracia… El pueblo tiene memoria. Acá estamos, siempre con vos.”
Hermoso. Tan emocionante como simbólico. Porque “acá estamos” significa “acá estamos algunos”, mientras el resto del oficialismo está… en otra. Algunos cuidando el sillón, otros cuidando la firma.
La ausencia de los funcionarios municipales no es solo un desaire: es la muestra cruda de las internas sin maquillaje. Mientras Barenghi padre camina los pasillos del municipio tratando de explicar por qué la obra pública se paró sin aviso, su hijo se borra de los actos y su secretario Quarleri enfrenta pedidos de renuncia. Eso sí: todos juntos para la foto cuando hay que anunciar algo. Cuando hay que poner el cuerpo, mejor dejarlo en casa.
¿Y la unidad del peronismo? Está en una reunión que se reprograma todas las semanas.
Todo esto sucede, por cierto, mientras el escándalo de los proveedores aún humea, mientras el gobierno evalúa cómo (o con qué) pagar sus compromisos y mientras la oposición, con la impunidad que da no tener que gobernar, afila los cuchillos de los pedidos de informes.
Parece que algunos todavía no se enteraron que la gobernabilidad se construye también con gestos políticos y no solo con convenios.
“Bragado con Cristina” fue, al final, una imagen perfecta del estado del peronismo local: dividido, descoordinado y silenciosamente avergonzado. Cristina quizás no los vio. Pero Bragado sí. Obviamente la ciudad sigue sucia , muy sucia-