

En la política, las palabras tiene un valor determinante. Pero hay veces que duele más lo que se elige callar. El caso del secretario de gobierno José Luis Quarleri y su acusación directa hacia el concejal Nicolas Araujo —a quien señaló públicamente por presuntos «retornos»— merece una reflexión profunda, dado que fue un agravio
Porque cuando no hay pruebas, y sí acusaciones, lo mínimo que se espera es una retractación. Un pedido de disculpas. Un gesto de responsabilidad. Por eso Araujo en la sesión pasada, le dio 72 horas al ex policia para que se retracte en los mismos medios, donde salió a agraviarlo. Nada de eso ocurrió. Quarleri, en lugar de aclarar o enmendar, optó por refugiarse en la impunidad del mutismo. Y en política, eso no es neutralidad: es estrategia. Es una forma de ejercer poder sin asumir consecuencias.
Araujo, más allá de su filiación o desempeño, fue blanco de una acusación grave. El señalamiento por corrupción no es un detalle retórico. Implica una sospecha que, sin sustento ni reparación, mancha. Y lo que no se repara, se naturaliza. Y lo que se naturaliza, se repite. El Kirchnerismo debe querer acostumbras a los bragadenses a ese barro, y eso es lamentable. El mensaje implícito de que se puede acusar sin pruebas, ensuciar sin consecuencias, dañar sin reparar. Que todo vale en el barro del poder local, es claro ante la negativa de Quarleri. ¿Será que piensa como Yaffaldano? ¿ Qué sucede si arrancan las acusaciones para con él? No creemos que aplique la doctrina de piel y todas esas frutas. Si al mínimo cuestionamiento se enfurece, no nos queremos imaginar si lo acusan de ser un secretario que estaría recibiendo coimas de sus amigos.
El Concejo Deliberante, en lugar de ser un espacio de debate, se convirtió en una quilombo de operaciones, chicanas.
Quarleri no le pidió disculpas a Araujo. No es un olvido, es una decisión. Y como toda decisión política, merece ser vista, señalada y discutida.
Porque en Bragado —como en cualquier ciudad con — el respeto no debería ser optativo. Y la verdad, mucho menos.
