
Mientras el radicalismo bonaerense debate su lugar en el mapa político de la pospandemia libertaria, en Bragado la escena se reproduce en escala.A pesar de la gacetilla que hizo circular el Comité del partido, luego de la reunión del pasado viernes, un sector del radicalismo local comenzó a moverse con una lógica que gana terreno en varios municipios: construir “por el medio”. Ni con Milei, ni con los vestigios del PRO; una tercera vía, territorial, republicana y sin estridencias.
Este nuevo armado —que tiene como referente local a Nicolás Lamazón— no aparece solo ni improvisado. Va en sintonía con la línea de algunos intendentes radicales del interior, como Franco Flexas (General Viamonte), que eligen sostener identidad y estructura sin entregarse al juego pendular del oportunismo. Una línea que apuesta a reconstruir músculo político desde abajo, con orden territorial, sin perder la marca de origen.Pero en Bragado, como siempre, lo homogéneo dura poco. La figura de Carla Bruno —referente conocida y de peso propio— se presenta como un interrogante central. Nadie sabe aún si jugará dentro del espacio del medio o si sellará su acercamiento a La Libertad Avanza, una versión que circula con fuerza pero sin confirmaciones. Su definición es clave, porque puede inclinar la balanza, condicionar acuerdos y alterar el mapa opositor.
En este escenario, el sector que promueve Lamazón empieza a caminar con cautela pero con decisión. Saben que no pueden permitirse una nueva dispersión, ni una competencia sin reglas. Su objetivo no es solo resistir, sino proponer. Conectar con los descontentos, recuperar a los desencantados, y sobre todo, evitar que el radicalismo local quede atrapado entre el fuego cruzado de los extremos. La pregunta de fondo es si Bragado está listo para una opción de centro real, o si el péndulo de la polarización terminará barriendo cualquier intento de sensatez. Lo cierto es que la batalla ya empezó. Y en política, como en ajedrez, los movimientos silenciosos muchas veces deciden la partida.