

Desde temprano, la jornada del 2 de junio se vivió en Bragado con un clima especial. No era una mañana cualquiera. A las 8:00, el tradicional toque de sirena marcó el inicio de una fecha profundamente sentida: el Día del Bombero Voluntario. Frente al cuartel, el cuerpo activo formó en silencio, con respeto y firmeza, rindiendo homenaje a todos los que han dado su vida —y su tiempo— por la vocación de servir.
Minutos después, el ritual continuó en el cementerio local. Allí, una delegación se acercó al panteón de Bomberos para depositar una ofrenda floral. Fue un momento de recogimiento y memoria, en el que cada flor colocada simbolizó la huella imborrable de quienes partieron, pero siguen presentes en el espíritu de cada guardia, de cada intervención, de cada acto de entrega.
Más tarde, en la Plaza Eva Perón, los uniformes volvieron a decir presente. Esta vez, para rendir tributo frente al Monumento al Bombero, donde se colocó otro presente floral. El gesto fue sencillo, pero cargado de significado: el coraje, la entrega y la vocación de servicio tienen un lugar visible en el corazón del pueblo.
Ya por la tarde, el cuartel abrió sus puertas con entusiasmo.
Varias escuelas visitaron las instalaciones y compartieron un espacio de aprendizaje y cercanía.
Los más chicos se acercaron con curiosidad, recibieron charlas, observaron herramientas y escucharon de primera mano cómo es el trabajo cotidiano de un bombero. Hubo preguntas, risas, asombro, y sobre todo, una conexión auténtica entre generaciones.
La comunidad acompañó durante todo el día, demostrando que el lazo entre los bomberos y la sociedad sigue siendo fuerte, vivo y profundamente valorado.
“Seguimos viviendo este 2 de Junio con el corazón en alto”, expresaron desde el cuartel, reafirmando que la vocación no se apaga: se enciende cada día con el compromiso de estar al servicio del otro.
