
A veces, una carrera comienza con una charla entre amigas.
Fue lo que le pasó a Pamela Araneo, vecina de Trenque Lauquen, cuando una tarde cualquiera, junto a otras mujeres, fue a ver la tradicional carrera de Reyes en su ciudad.
“Mañana empezamos a correr”, se prometieron entre risas
y entusiasmo. Al día siguiente, Pamela salió sola. Las otras
no fueron. Y ella nunca más dejó de correr.
Hoy tiene 44 años. Pero su historia con el atletismo no empezó ahí, ni se reduce a un impulso de ocasión. “Empecé a correr de chica, en el colegio. Después la vida me llevó por otros caminos. Fui mamá a los 18, tuve tres hijas, y dejé todo”, cuenta. En 2010, con 29 años y las ganas intactas, volvió a calzarse las zapatillas. Y no paró más.
Pamela corre porque sí, porque le gusta, porque lo necesita.
“Lo que me atrajo del deporte es eso de poder ser una misma. Esa adrenalina, esa sensación de que podemos hacer todo lo que tengamos ganas”, dice. En su voz hay algo más que motivación deportiva: hay determinación, hay revancha.
Sus logros no se miden solo en medallas ni en cronómetros.
“Lo más importante fue haber superado cada objetivo que me propuse. Llegar hasta acá, a competir en Elite, fue algo que nunca imaginé. Y haber dejado el cigarrillo también fue un logro enorme”, confiesa. La palabra “logro” suena diferente cuando viene de alguien que debió postergarse durante años.
Entrena todos los días. A veces con sus compañeros, a veces sola. No siempre hay ganas, pero hay un motor interno que no se apaga. “Me gusta la adrenalina de competir. Amo entrenar. Vuelvo a casa con otra cabeza”, dice. El atletismo, en su vida, es más que un deporte: es un cable a tierra, una forma de estar en paz.
Hoy, Pamela no corre detrás de marcas imposibles. Corre por ella. “Me veo corriendo hasta que las piernas aguanten, pero ahora quiero empezar a disfrutar más, no exigirme tanto”, admite. Y en ese disfrute entran también sus otras pasiones: sus hijas, y su nieto de un año y cinco meses.
En lo personal, dice haber cambiado mucho desde que empezó a correr. “Crecí como persona, aprendí a compartir, a entrenar en equipo. Todo es más fácil y se disfruta más así.” Corre para estar bien, para encontrarse, para no perderse de nuevo.
Pamela Araneo encontró en el atletismo mucho más que un deporte. Encontró un camino para volver a ser. Y sigue corriendo, porque sabe —como tantos otros que se calzan las zapatillas cada mañana— que a veces no se trata de llegar primero. Se trata, simplemente, de no dejar de avanzar.
Fotografía tomada de Oeste B.A