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Al igual que Bragado, por momentos, Carlos Casares parece un experimento. Uno donde la electricidad vale más que el sentido común y donde las boletas de luz vienen duplicadas como si el hartazgo también cotizara. Me siento a repasar los números con José Luis Ledesma, con su banca » AVANZA LIBERTAD» concejal del Frente Liberal Bonaerense. Él no sonríe. Hace tres años que viene pidiendo lo mismo, como quien arroja una piedra a un pozo sin fondo: bajar el impuesto de alumbrado público. Todavía no le contestaron .
—Están cobrando el 23% del total de la factura de luz —me dice, y lo repite como si todavía no lo creyera—. Es una locura. La ley provincial decía “hasta el 6%”. Después Vidal lo llevó al 12%. Acá, 23%. Y nadie lo frena.
«No hay reclamos judiciales, no hay escándalo público. Solo hay una fila de vecinos mirando boletas para pagar. Ledesma propuso bajar dos puntos por año. No quisieron. Cuando la luz era barata —agrega— era otra cosa. Ahora, directamente, es una emboscada tarifaria.
«Dos boletas por mes. Una familia que paga 100 mil pesos de luz, paga 23 mil al municipio». La ecuación es simple: si te querés alumbrar, te vas empobreciendo.
«Un día, una empresa láctea de un pueblito del partido de Casares, hizo cuentas: pagaban tres millones de pesos en concepto de alumbrado. Tenían tres focos en la puerta. Decidieron poner paneles solares».afirma el concejal.
Les salía más barato fabricar el sol que pagar el impuesto. Así de absurda es la matemática municipal.
—En la rendición de cuentas vimos que el alumbrado público tuvo superávit de más de 400 millones —suelta el concejal—. Mientras tanto, la red vial está quebrada. ¿Quién la financia? El tipo común, el de siempre.
Todo termina siendo subsidiado por el vecino que tiene que ir al abogado para hacer un amparo colectivo. Ese amparo que, según Ledesma, sería la única salida a esta locura judicial. Pero claro, ¿cuántos en Casares tienen tiempo, energía o fe para pelearle al sistema?
—Esto es un robo —dice, y no hay ironía en el tono. Está cansado.
Mientras tanto, se mueve con otros proyectos. Uno, el cementerio de perros. Otro, una terminal de micros en la ruta. Ideas que vienen desde el Frente Liberal Bonaerense, apadrinadas por Gustavo Arabia, su coordinador en la 4ta sección. El peronismo, curioso y funcional, acompaña el cementerio canino. Puede que prospere.
La política local ya está en tiempo de definiciones. Juntos por el Cambio dejó un tendal de desilusión. La alianza con La Libertad Avanza está en veremos, con final incierto y muchas sospechas. Para Ledesma y los suyos, la verdadera batalla es simbólica: quién representa las ideas de la Libertad.
Pero el diagnóstico es ácido: —La Libertad Avanza se está convirtiendo en una secta —dice. Y no es solo una metáfora. Asegura que; ponen como referentes a lo peor de cada pueblo: ex kirchneristas reciclados, improvisados de ocasión, oportunistas que no entienden ni lo básico. No hay debate, no hay horizontalidad. Solo obediencia y verticalismo. Una versión patética del liberalismo que dicen defender.
—Las ideas de la Libertad no tienen dueño —cierra, y lo dice como quien busca marcar la diferencia antes de que lo devoren los iguales.
Quizás sea cierto. Pero en Carlos Casares, por ahora, la única libertad garantizada es la de pagar la luz a precio de oro y caminar de noche bajo focos pagados con sudor y resignación.