
“Hola, me llamo Yanina Florencia Álvarez y arranqué de muy chica en esto. La escuela, los torneos bonaerenses… de ahí en más no paré”. Así empieza a contar su historia una mujer que hace más de 35 años convirtió al atletismo en un modo de vida.
Con un tono cálido pero decidido, Yanina relata su camino: “Comencé a tomarle el gusto y a competir casi en toda la zona”. La pasión fue creciendo a la par del sacrificio y, con los años, llegó la recompensa: en 2017 ganó la Cuenca del Salado. Pero la alegría fue breve: apenas tres meses después, una fractura en el tobillo la obligó a frenar en seco. “Me costó mucho recuperarme”, confiesa. Fue entonces cuando tomó otra decisión que cambiaría su vida para siempre: ser madre.
“Decidí tener a mi primer y único hijo: Clemen. Ya con él, con seis años, volví con más fuerza que nunca”. Y esa fuerza no es solo una metáfora: hoy entrena de lunes a sábado, a veces incluso más, porque también da clases en un gimnasio. “Termino de dar clases y sigo con lo mío. Es mucho el sacrificio que se hace cuando uno tiene familia y horarios que cumplir, pero si hay ganas, nada es imposible”, afirma.
A sus más de tres décadas de carrera, Yanina no baja el ritmo. Al contrario, sueña con superar sus marcas: “Todavía estoy buscando mi récord personal en 10 km, sé que pronto voy a conseguirlo. En 5 km, mi mejor marca fue 18 minutos”. Lo dice con humildad, pero también con orgullo: hoy se mantiene entre las primeras posiciones en la general de mujeres.
El 2025 arrancó bien para ella. Ganó “La Nocturna” en Rawson, una tradicional carrera de 8 km que se realiza a fin de año. “La hice en 34 minutos, súper ligera esa carrera. Desde ahí seguí en esa línea, siempre batallando: primero, segundo o tercer puesto… ando ahí, dándolo todo”.
Aunque reconoce que todavía le falta trabajar en la técnica, no piensa quedarse quieta. “Estos meses voy a enfocarme en eso con el profesor Emir Sosa”, dice. También agradece a su entrenador y amigo Jonathan David Rodríguez, de Bragado, quien le pasó el plan de entrenamiento. “Me cuesta seguirlo por la distancia, pero voy a meterme más de lleno en esto”.
¿Y la alimentación? “Dieta no, pero sí cuidarme y comer lo más saludable posible. Los resultados van de la mano con una buena alimentación. El proceso es fundamental para ver resultados favorables. Acompaño todo con una hora y media de entrenamiento… más no puedo, soy mamá 24/7”, reconoce, entre risas.
Su hijo Clemen también corre. “¡Siii! Está en una escuelita de atletismo del Círculo. Corre carreras que ha preparado conmigo, aunque también está bajo el ojo de entrenadores. Ojalá siga con este deporte tan hermoso”, dice con evidente emoción.
Antes de despedirse, Yanina agradece el espacio y deja un mensaje claro: para los atletas, que los medios estén presentes es más importante de lo que parece. “Aunque sea que nos mencionen, ya es un montón. Cierro con este flyer de la carrera donde voy a estar. Tiene un buen premio efectivo y quiero poder obtener unas zapatillas más óptimas para seguir compitiendo”.
Una mujer, una madre, una atleta incansable. La historia de Yanina Álvarez no es solo la de una deportista: es la de una lucha cotidiana, silenciosa y constante por seguir corriendo detrás de los sueños, con la mirada siempre puesta en la próxima meta.