
Las recientes elecciones legislativas en CABA marcaron un nuevo piso en la participación democrática:
solo el 53,3% del padrón fue a votar. Esta cifra, inédita en la capital del país, resuena en el interior y permite anticipar lo que podría suceder en ciudades como Bragado, donde la participación también viene en caída.
Participación electoral en Bragado 2019: 84,06% de participación (30.537 votos emitidos).
2023: 80,17% de participación (30.227 votos emitidos).
Con un padrón que hoy ronda los 38.000 electores, una elección con solo el 60% de participación implicaría
apenas 22.800 votos emitidos. De estos, descontando los votos nulos y en blanco, quedarían aproximadamente 20.500 votos positivos.
¿Cómo se asignan los escaños?
Según la Ley Electoral de la Provincia de Buenos Aires (Ley 5109), las bancas se distribuyen con el
sistema de cociente y mayor resto: se divide la cantidad de votos positivos por las bancas a cubrir
(9 en Bragado). Así, con una participación del 60%, se necesitarían apenas 2.280 votos para
garantizar una banca. Y posiblemente mucho menos para entrar por el sistema de restos.
¿Democracia o formalismo electoral?
Este escenario no es inocuo ni neutro: beneficia claramente a quienes ya detentan el poder y tienen
recursos para movilizar votantes, fiscalizar mesas y operar con estructuras propias. En una ciudad chica,
con medios y organismos cooptados, la baja participación no solo reduce la representatividad real del
Concejo, sino que facilita que unos pocos con aparato logren resultados desproporcionados al apoyo real
que tienen en la calle.
Quienes manejan la vieja política —con empleo público, favores, publicidad oficial y clientelismo
encubierto— pueden hacer que, en contextos de apatía, números que serían ridículos en elecciones
competitivas, hoy parezcan “triunfos”.
Una alerta necesaria
La democracia no se mide solo por cuántos votos se cuentan, sino por cómo se llega a ellos. En este
contexto, no alcanza con presentarse: hace falta romper el cerco de la indiferencia, disputar el
sentido común de que «todos son iguales», y ofrecer una alternativa real a los que no quieren resignarse
a ver cómo se reparten el poder entre los mismos de siempre.