
Desde hace una semana, uno de los edificios del complejo FONAVI de Bragado enfrenta una situación crítica: el sótano de una de las torres está completamente anegado debido a la rotura de caños internos. La respuesta municipal ha sido instalar una bomba para evacuar el agua, una solución temporal que no aborda el problema de fondo.
Según fuentes consultadas, el municipio ha reconocido que no está en condiciones de asumir la obra de reparación completa. La intervención estatal se ha limitado a un sistema de desagote con bomba, que apenas logra contener la acumulación del líquido, sin resolver el origen del conflicto.
En el año 2020, Jorgelina Moreno, en ese entonces responsable de la Dirección General de Hábitat del Municipio Bragado en la gestión: enfatizaba que «trabajan fuertemente en acercar soluciones a las problemáticas habitacionales de los vecinos, concretando 1.200 mejoramientos en distintos barrios, y declaraba: “aun así teníamos una deuda pendiente con los vecinos de los edificios de Fonavi II por lo que significaba el monto económico para la Municipalidad, motivo por el que junto a Obras Públicas iniciamos la planificación de este proyecto de rehabilitación adecuándolo a la realidad que tiene específicamente este barrio para dar respuestas concretas”.
A la par Moreno contó que en este esquema de mejorar desde una mirada integral la calidad de vida de los vecinos y acudir con soluciones que la comunidad demanda, desde hace algunos meses se está trabajando en el reemplazo de la señalética cosa que ya terminó en Fátima y ya hay postes colocados en la zona de Fonavi II y El Complejo.
La presencia permanente de agua en los cimientos representa un riesgo real para la integridad del edificio. Expertos en ingeniería estructural advierten que la acumulación de agua en los sótanos puede provocar la saturación del terreno, disminuyendo su capacidad portante y aumentando el riesgo de asentamientos diferenciales en la cimentación. Además, la humedad constante puede causar la corrosión del acero de refuerzo en las estructuras de hormigón, debilitando su capacidad de carga ar materiales como ladrillo y bloque, deteriorando el mortero de unión y comprometiendo la estabilidad del edificio. Si el flujo de agua es constante, la situación se agrava, ya que la erosión del material y del terreno puede llevar a un colapso estructural
La situación en el FONAVI no es nueva: los edificios, construidos décadas atrás, vienen acumulando problemas edilicios sin respuesta sostenida del Estado. Pero el agua que hoy corre por el sótano de una torre en particular es más que una anécdota: es la gota que sigue horadando los cimientos de un abandono ya estructural.