
1 – Y sucedió que Moisés descendió del monte del Recuerdo,
y posó su mirada sobre Bragado, tierra de promesas
incumplidas.
2 – Y he aquí, la ciudad estaba cubierta de desechos, y las
veredas clamaban auxilio, pues no hallaban pie limpio
que las pise.
3 – Y las bolsas negras danzaban al viento como demonios
errantes, y los cestos rebalsaban de residuos como copa
colmada por la ira de los dioses.
4 – “¡Oh Bragado, ciudad bendita por antaño, cómo has caído
en desgracia! ¿No eras tú la que se jactaba de limpieza y
orden? ¿No caminaban tus hijos entre flores y calles
barridas por la aurora?”
5 – Y vino a él un vecino con barbijo, y le dijo:
“Señor, nuestros dirigentes han cerrado sus ojos y endurecido su corazón. El camión no pasa como antes, y el basural se ha vuelto un infierno que arde día y noche.”
6 – Y Moisés miró al horizonte, y vio columnas de humo elevándose del basural a cielo abierto.
Y dijo: “¿Acaso no sabéis que el humo enferma a vuestros niños y las ratas se multiplican como langostas en Egipto?”
“¿Dónde están vuestros administradores, aquellos que juraron gobernar con justicia? ¿Por qué callan ante la pestilencia?”
7 – “En el sexto mes del nuevo gobierno, aún no se ha erradicado la basura del corazón de la ciudad. Ni proyecto, ni plan, ni pala se ha alzado en nombre del orden.”
8 – “El pueblo se ha acostumbrado a la mugre como si fuera
destino, y los líderes caminan entre los residuos como si
fueran oro.”
9 – Y Moisés se dirigió al pueblo reunido en la Plaza 25 de
Mayo, y alzó su báculo:
“¡Despertad, bragadenses! ¡Sacudid la modorra y exigid
limpieza como antes exigisteis pan! Porque ciudad sucia es
ciudad enferma, y ciudad enferma es pueblo que se pierde.”
10 – “No esperéis otro que os diga lo que ya sabéis. Levantaos,
organizad cuadrillas, golpead las puertas del Palacio
Municipal, y no ceséis hasta ver a Bragado resplandecer
como en los días de gloria.”
11 – Y los vecinos se miraron unos a otros, y algunos lloraron,
porque recordaban la ciudad limpia que una vez fue.
Y así Moisés partió, dejando sus palabras escritas en los
muros invisibles del deber cívico.
12 – Porque toda ciudad tiene su desierto, pero también su
promesa.
Y la tierra de Bragado, si el pueblo se une, será tierra de
limpieza, orden y dignidad.