
En una postal perfecta para Instagram, el intendente de Bragado, Sergio Barenghi, posó sonriente junto a la ministra bonaerense Estela Díaz mientras firmaban el flamante convenio del programa «Municipios por la Igualdad». A su lado, funcionarios locales, aplausos, panfletos y promesas de transformación social. ¿El objetivo? Promover políticas de género, igualdad y diversidad. El detalle incómodo: el propio Barenghi fue denunciado por violencia psicológica y económica por su ex esposa. Y no es el único caso. https://realpolitik.com.ar/nota/54785/el-intendente-de-bragado-fue-denunciado-por-su-ex-esposa-por-violencia-economica/
En marzo pasado, la secretaria de Desarrollo Social, María Villavicencio, fue removida de su cargo tras denunciar públicamente un hecho de violencia ocurrido en su propia oficina. El protagonista: un sobrino del intendente, que habría agredido a una mujer en presencia del mismísimo Barenghi. ¿La respuesta institucional? Silencio primero, despido después.
Desde entonces, el municipio aplicó con eficacia quirúrgica el manual del feminismo selectivo: el que se predica de cara al público, pero se ignora puertas adentro.Entre tanto cinismo, el municipio anunció la intervención de un “Punto Violeta” en la Plazoleta Bendersky. Un espacio para concientizar sobre igualdad de género… justo en una ciudad donde las denuncias se callan, se castigan o se borran del mapa si tocan a los de adentro. Porque en Bragado, el violeta no representa lucha: es la pintura con la que disimulan las grietas.
El intendente y la ministra, en modo selfie
Durante la firma del convenio, Barenghi y Díaz destacaron la importancia de diseñar políticas para erradicar la violencia de género. No se sabe si en ese momento recordaron que el propio intendente tiene una denuncia judicial por ejercerla. Tampoco si alguien mencionó que, bajo su gestión, se removió a una funcionaria por visibilizar un caso.
Pero no importa. El convenio está firmado. Las fotos fueron tomadas. Y las redes, actualizadas.
Bragado tiene hoy una gestión que condena la violencia de género… siempre que no la ejerzan sus funcionarios. Que promueve la igualdad, pero sólo si no se interpone con intereses familiares o políticos. Que inaugura espacios de contención, pero expulsa a quienes se atreven a denunciar.
En resumen: un municipio comprometido con la igualdad, pero sólo de palabra. Un feminismo de cartón, con glitter institucional y amnesia selectiva.