
Jonathan Lucero tiene 34 años. Nació en Carlos Casares y desde hace 17 años vive en Bragado » Es la ciudad que amo y elijo para vivir» dice el joven. Empleado municipal ; es de esos trabajadores que, sin hacer ruido, construyen todos los días una historia de esfuerzo silencioso. Pero en el último tiempo, algo cambió: sus videos comenzaron a viralizarse, tocando corazones, inspirando a otros, y llevando un mensaje simple pero poderoso.
—Jonathan, ¿cómo te definís?
“Soy una persona común, de trabajo, de familia. Me gusta estar con los míos, aprender cosas nuevas, y tratar de ser mejor cada día, ya sea como padre, como persona o como empleado. Siempre trato de sumar, de crecer.”
A los 8 años entendió que la vida no siempre es fácil. Pero también entendió que el sacrificio tiene valor. Hoy, además de su trabajo municipal, los fines de semana corta el pasto, y en el Bragado Club es utilero, donde lleva ya dos años aprendiendo ese oficio que lo apasiona.
—¿Qué representa para vos ese trabajo extra?
“Es más que un trabajo. Es un espacio que me enseñó algo distinto. Me dio otra mirada. Yo creo que todo lo que se aprende, sirve. Y además, me ayuda a soñar un poquito más.”
En los momentos que le quedan libres, se refugia en su patio, entre la huerta y el verde. O se calza los botines para jugar al fútbol, su cable a tierra.
Pero hay algo que lo impulsa más allá de la rutina: el ejemplo. Y ahí aparece un nombre que sorprende, pero no tanto.
—¿Quién te inspira?
“Messi. Parece loco, pero sí. Él me enseñó que siempre hay que ir para adelante. Que uno puede caerse, tropezar, pero lo importante es levantarse. Siempre. Nunca rendirse.”
Aunque tímido, Jonathan se volvió una voz para muchos. Sus videos recorren redes sociales y miles de personas se ven reflejadas en sus palabras. No se considera famoso, pero sí responsable del mensaje que transmite.
—¿Qué querés decirle a los chicos?
“Que escuchen a los viejos. Los consejos, aunque no siempre se entienden en el momento, tienen su razón. Y que luchen. Que trabajen. Que hay dos formas de hacerlo: con la pala, como yo, o con la lapicera, como los que sueñan y proyectan. Pero en los dos casos, hace falta lo mismo: ganas, constancia y valores.”
Y como todos los que sueñan desde el esfuerzo, Jonathan también tiene el suyo.
—¿Cuál es tu mayor sueño?
“Poder tener mi propio equipo de herramientas, mi empresa de jardinería. Y así poder darle a mi familia una vida mejor. Hoy es un sueño lejano… pero no imposible. Creo que algún día se va a cumplir.”
Y cuando uno lo escucha, entiende que sí, que hay sueños que crecen despacio. Como una planta en la tierra. Solo necesitan que alguien los riegue todos los días con trabajo, con fe… y con el corazón.