
En el mes de octubre, alrededor de la madrugada de un día lunes, hubo un intento de robo en la carnicería de Santiago, calle Leandro N. Alem y Brandsen — frente a la Escuela de Arte– de cachondeo empezamos a decir: ¿Si había vuelto el hombre gato? Pues ya nos habíamos enterado que los ladrones tenían los techos de las casas ganados. Si bien este hecho se denunció a las autoridades competentes, las otras veces que los vecinos de la calle Alem vieron situaciones similares –raras– nadie dijo nada; sin embargo todos –por lo bajo–comentaron hechos que iban ocurriendo en sus domicilios. La realidad es que las personas no creen en la efectividad de la policía.
En el mes de noviembre, nuevamente hubo indicios de movimientos extraños, y lo volvimos a publicar, teniendo más en claro el recorrido que hacía el sujeto según las fuentes de información. Al ver que todo se reducía a una falta de interés por investigar profundamente, a los vecinos no les quedó otra que tomárselo con humor, diciendo: Que en realidad no era el hombre gato sino el pata de lana.
Lo que se tiene en claro hasta la fecha, es que con toda impunidad, alguien camina por los techos de las casas, perdiendo algunos objetos personales. En la casa de una vecina, dejó una camiseta, y ahora –seguramente al saltar– dejó un trozo, un pedazo de suelta del calzado, que por eso sabemos que usa zapatillas New Balance. Lo cierto es que es una vergüenza, que teniendo tantas pruebas del deambular nocturno de este gato no maniatado, aún no se ha hecho nada, pero como siempre digo: No esperen a que pase algo más grave, y tengamos que volver a hablar de alguna jubilada apuñalada por un destornillador, como ya pasó.