
Hoy somos la voz de las que ya no tienen voz, hoy gritamos lo que les hicieron callar a nuestras generaciones anteriores.
Llega un nuevo 8 de marzo, y como cada año cuesta celebrarlo. Es imposible celebrar cuando muere una mujer todos los días, cuando más de una mujer es abusada, violada y golpeada.
Mucha gente está en contra del feminismo, no los juzgo pero tampoco los comprendo. Si bien en muchas oportunidades, el feminismo no obro con las mejores formas, no podemos negar la
desigualdad de género. No es un lema de marketing, es una revolución. Son mujeres luchando por los años que las hicieron callar, son madres, abuelas, nietas e hijas llorando por las vidas que
les arrebataron.
Vamos por la vida, sin mirar lo que pasa a nuestro alrededor y lamentablemente nos sorprendemos con horrorosos títulos, pero lamento decirles, que esos títulos son la consecuencia de nuestra omisión.
Cuantas veces presenciamos circunstancias de violencia, risas y actos donde se cosifica a la mujer y nos quedamos mirando el circo e incluso algunos llegan a cuestionar “algo habrá hecho para que actué de esa manera”, en lugar de actuar y mostrar la disconformidad ante lo sucedido.
Lamentablemente nadie está exento de vivir estas injusticias, y no es justo esperar a que te pase para accionar. Todas tenemos una amiga que sufrió abusos y ninguno un amigo abusador, no da la cuenta.
Que ser mujer no nos cueste la vida, juntas somos más fuertes. Recorda siempre que YO SI TE CREO.
Si el presente es lucha, el futuro será vida. Una vida mucho más justa.