
Platón, plantea un mito con el mismo título en dos diálogos distintos; este argumento es el de la reminiscencia, la primera vez que lo plantea es en uno de los diálogos de juventud, que es el Menón, y lo que plantea en este diálogo en torno a este argumento es que parafraseando al poeta antiguo Píndaro, es que la reminiscencia no corresponde a determinadas cosas que el alma haya conocido “en la vida presente”, sino que ha conocido estos objetos en una vida pasada. En este sentido, plantea que la percepción sensible aunque imperfecta e incompleta, nos permite reconocer las percepciones impresas en el alma que constituyen la auténtica realidad.
En uno de los diálogos de madurez, el Fedón, Cebes le plantea a Platón si el proceso de aprender es traer al presente cosas conocidas con anterioridad. La respuesta es que si a muchas personas le preguntan sobre diversos problemas geométricos, podrán responder con su conocimiento adquirido, pero Sócrates brinda aún más detalles. Cuando una cosa nos recuerda a otra por su semejanza, nosotros conocemos las diversas imperfecciones que posee debido a que ya tenemos conocimiento del original. Pero si tomamos dos cosas, como por ejemplo piedras y palos, que consideramos iguales. Nosotros sabemos que la igualdad, en tanto igualdad, existe. La discusión es el planteo de si son iguales, pero ya sabemos que no son nunca plenamente iguales, mientras que nadie podría pensar que la
igualdad fuese desigualdad. Pero, cada uno de nosotros adquirimos la concepción de igualdad a partir de objetos físicos.
Por lo general, reconocemos que ciertas cosas “se esfuerzan” por ser semejantes a otra cosa aunque solo lo consiguen de manera imperfecta, las personas tienen que haber tenido un contacto previo de esa otra cosa y, puesto que nuestro conocimiento de las copias
individuales, mediante las cuales recuperamos la concepción de ella, depende de los sentidos, que han sido activos desde el nacimiento, nuestro conocimiento previo de la igualdad perfecta tiene que haberse adquirido en otro momento.
Con estos dos argumentos de Platón, planteados en ambos diálogos con cierta distancia temporal, se plantea que hubo algo en algún tiempo que fue muy pujante o de un vitalismo esencial que hace que hoy cuando veamos determinados objetos en relación a ese pasado
vital, nos traiga algo que hayamos visto o escuchado.
Platón nos muestra que siempre hay algo que de alguna manera conocemos de antemano por alguna vía, y después hay diversos disparadores que nos traen a nuestro presente aquello que hemos conocido.
En el plano personal y al haber vivido en Mechita por 27 años y, además, mi padre Anibal Sebastián Maysonnave, perteneció al ferrocarril, mi conocimiento es que mi padre ha contado diversas historias en torno al trabajo en el ferrocarril y los diversos amigos y
compañeros que supo conseguir.
Cada vez que se encontraba con ellos me contaban historias del ferrocarril, y de lo que para ellos significaba trabajar en el ferrocarril, el hecho de estar en un medio de transporte que
conectaba al país, que la gente lo elegía como medio de transporte por la seguridad y la puntualidad, además de las diferentes opciones horarias que poseían.
Hoy en día está en franca decadencia, más allá de la gente que trabaja allí y que brinda su mayor esfuerzo por mostrar su utilidad y la necesidad de mantenerlo porque mucha gente lo sigue eligiendo.
Este pasado tan vital y tan pujante es, de alguna manera, traído al presente por los Museos que con objetos de diversa índole intentan contar la pujanza de una época, el “hormiguero” que eran los talleres en los cambios de turno, y que un pueblo podía vivir en torno a este medio de transporte.
En mi caso, al ser oriundo de Mechita, ese hermoso pueblo de la Provincia de Bs. As., donde todos nos conocemos y siempre estamos con una mano tendida al vecino que la necesita, hace algunos años surgió la idea de realizar un Centro Cultural Museo Ferroviario,
lo que nos permite tener en presencia de manera parcial aquello que hizo pujante a este pueblo.
Hoy en día este Centro Cultural Museo funciona trayendo al presente lo importante que fue el ferrocarril para este pueblo y para los habitantes, que permitió formar un barrio exclusivo “La Colonia”, para la gente que trabajaba en este lugar.
También, gracias al ferrocarril (por lo menos así me llegó la historia contada a mí) permitió tener un secundario para formar a los hijos de los trabajadores y que, a su vez, pudieran tener acceso a un trabajo en las oficinas de la línea Sarmiento.
El Centro Cultural Museo Ferroviario de la localidad de mechita nos muestra la pujanza que tuvo el ferrocarril y la necesidad de mantenerlo para que conecte al país y que este país vuelva a tener la pujanza a través de las vías que tuvo durante muchísimos años.
La lástima que el contar de la historia es siempre parcial, debido a que hay documentos que se han extraviado, que se han roto, hay gente que ha fallecido y que ha perdido documentos relativos para poner exponerlos y que muestren la historia de manera más completa.
En estas circunstancias donde parecería que el fantasma de que hay muchas cosas estatales que son ineficientes, y, que por ende, es necesario deshacerse de ellas, sin pensar en que las personas no son un número, sino que atrás de ellas hay familias que tienen que tener un sustento en esta vida para poder mantenerse, lugares como este Centro intentan mantener viva la memoria y mostrar la utilidad del ferrocarril.
Este Centro Cultural Museo Ferroviario mantiene viva la memoria de lo que fue el ferrocarril en el presente, e insta a las nuevas generaciones a seguir manteniendo esta porción de la historia retratada en la actualidad.
El Centro Cultural Museo Ferroviario es un pulmón necesario para poder tener un acercamiento a aquella reconstrucción del pasado en la cual se pudo forjar una identidad en
torno a la existencia de este medio de transporte que hizo que un país estuviera conectado.