
Hannah Arendt, brindó varias conferencias en el transcurso de su vida filosófica, y en una
de ellas uno de los estudiantes le pregunta cómo mucha gente podía apoyar el régimen
nacionalsocialista sin sentir algún grado de culpabilidad, Hannah Arendt con gran paciencia
lo acompaño a razonar mediante una anécdota que le sirve de ejemplo.
Arendt comienza el relato diciendo que hacia ya algún tiempo, en una estación había una
fila muy larga, había personas molestas, había personas impacientes, pero todos
continuaban estando en la fila sin cuestionar, en un momento una de esas personas estando
en la fila preguntó para que estaban en la fila y nadie pudo responder, y solo le dijeron que
estaban ahí por estar.
El asistente que hizo le pregunta le dijo entonces que la obediencia ciega permite que el mal
ocurra, y Arendt asintió, y añadió que no basta ser cruel para contribuir al mal, solo basta
con no cuestionar, con seguir la linealidad de los acontecimientos sin poder analizar las
consecuencias, y Arendt también continuo diciendo que los grandes crímenes en las
diferentes sociedades no fueron perpetrados por fanáticos, sino por personas comunes que
estaban ejercitando el cumplimiento de su deber.
Esto muestra que el peligro no está en las personas que ordenan las atrocidades sino en las
personas que ejecutan las ordenes impartidas sin analizar críticamente lo que están
haciendo, o sea, no se cuestionan si lo que están haciendo lo deben realizar o no lo deben
realizar.
En la Argentina, ocurre algo similar, sobre todo, a partir de la última elección presidencial
que resultó presidente electo Javier Milei, y que está llevando una política de ajuste que
perjudica mayormente al sector estatal, a los jubilados y a las clases más vulnerables.
En cuanto al sector estatal, viven echando personas de los hospitales nacionales, como por
ejemplo, el Hospital Posadas, el Hospital Garrahan, el Hospìtal Bonaparte; y, también se
han desmantelado sectores que funcionaban muy bien como la línea 144, y el
acompañamiento a las personas que sufrían violencia de género.
También se basa en la deslegitimación de las minorías, como por ejemplo, el discurso en
Davos que fue un ejercicio violento de discriminación hacia las minorías sexuales, y hacia
las mujeres, todo esto encapsulado bajo el nombre vago de la agenda Woke.
Este arrojo de inconsciencia que tiene el presidente lo hace porque se siente legitimado por
las elecciones, y todo lo que se opone a este ejercicio de destruir el aparato estatal (que
concuerdo que necesitaba un orden y una estructuración pero sin este manto de crueldad y
de demonización), dejando afuera del sistema a las clases más vulnerables.
Esta acompañamiento de este ejercicio cruel de la presidencia, se lleva a cabo con promesas
muy vacías realizadas a periodistas que hoy se los considera completamente oficialistas, y
cuyas entrevistas son una charla edulcorada sin contenido.
Todo el juste a “la casta”, que en campaña había dicho que eran los privilegios de los
diputados y los senadores, los elevados sueldos que ellos cobran y la innecesaria cantidad
de asesores que tienen, resulto ser a los jubilados, a la educación pública, la salud pública,
etc.
En estos momentos donde las personas que opinan distinto son catalogadas de “zurdos”, y
los que están con ellos son catalogados como “las fuerzas del cielo”, estableciendo una
adjetivación que es totalmente vacía e inútil y que impide una pluralidad de voces para
poder construir el consenso necesario para tener una democracia madura.
Milei y esta gente fueron muy hábiles en saber captar el enojo de una sociedad harta de los
partidos políticos tradicionales, e intentaron poner en ejercicio una especie de “que se
vayan todos” de manera distinta, esto es, eligiendo a una persona que maltrataba a las
personas por televisión, y que trastocaba los valores establecidos por la política tradicional
en ese momento.
Este régimen tiene el mismo modus operandi que los regímenes fascistas que Theodor
Adorno describe en sus últimas conferencias donde observaba que el avance de la
ultraderecha con rasgos cercanos al nacionalsocialismo, y con tintes violentos.
Este modus operandi consiste en primer lugar en hacer una división entre ellos y nosotros,
donde ellos son los malos, los demonios a exterminar, y nosotros somos lo buenos, que
tenemos la potestad de juzgar y cuestionar; en segundo lugar, instalar fake news sobre
cualquier tema y a partir de estos un ejército de empleados estatales (completamente
inservibles) conocidos como los trolls replicar y comentar esta noticia, y, en caso de ser
necesario denigrar a las personas que piensan distinto.
Este desmantelamiento donde se supone un arreglo macroeconómico a costa del destrozo
de la microeconomía, y donde se supone que a partir de estos valores todo funcionaría tan
bien, es incompatible con las urgencias que se necesitan últimamente, donde se les han
recortado los salarios indirectos a los jubilados y a las personas que viven en condición de
vulnerabilidad.
Todo este sistema ejecutado con tanta meticulosidad y planificación siniestra, se realiza con
una aceitada reconstrucción de la estigmatización, de la desmantelación de todo el sistema
estatal, aunque esto funcione bien y que con pocos recursos hagan una buena ejecución de
las actividades necesarias para poder cuidar a la población.
Esta forma de destrucción y de una construcción de un sistema estatal para unos pocos,
tiene una alta sostenibilidad en diversos sectores de la sociedad, que están esperando lo que el presidente en plena campaña se vendía como líder tipo Moisés guiñado al pueblo a la tierra prometida.
Lo bueno sería recordarle al presidente que Moisés no entró a la tierra prometida y que el
pueblo se quedó sin poder entrar a ese paraíso por diversas traiciones internas al líder y a
las diversas promesas divinas.
Ojala que esta vez no ocurra lo mismo, y que todo el que tenga que rendir cuentas ante la
justicia se presente y las rinda antes de volver a ser candidato a algún puesto político.