El día lunes, en nuestra redacción, compartimos una charla emotiva con Hugo Capacio; padre de Dayana Capacio, víctima de femicidio.
…todos los días a las 7 de la mañana llegaba a tomar mates antes de ir a trabajar; entraba y revisaba toda la casa, hasta debajo de la cama, intentando saber si tenía pareja para (según sus propias palabras) cuidar sus intereses;
El dolor convertido en lucha es sinónimo de este gran hombre que nunca bajó los brazos y que con hoy mira con un indignación la realidad que nos golpea a todas; una realidad que no tienen fecha ni tiempo pero que en su conmemoración tuvo muy poca repercusión y muy poca gente en las calles.
Para poder reflejar lo que sentimos en este diálogo y lo que Hugo transmite a todas las personas, será textual lo redactado: –
«Existen muchas mentiras por parte del Estado que repite que bajaron los índices de femicidio y negando la falta de recursos, todo esto logró una fragmentación en la sociedad que hoy se nota en la calle y en los discursos.
Es una vergüenza lo sucedido en la ONU, en lo personal no tengo color político pero sí motivos políticos por el hecho de ser víctima de un daño colateral como un femicidio y por ende tengo que observar cómo actúan «los de arriba» para ver cómo nos perjudican o nos favorecen a «los de abajo»; no favorecer más económicamente sino con leyes, presupuestos para prevenir y presupuesto para poder capacitar, pero lo que veo es una persona irracional y negadora de una realidad que parimos y vivimos todos los que estamos en la calle permanentemente, existe un audio encriptado.
Hay una negación tremenda sobre los derechos adquiridos y estamos cada vez peor, a cada rato hay un femicidio y algunos medios de prensa eligen no decir o tapar, transformando (a veces) a víctimas vip; medios que viven de lo que el estado les da y el pueblo paga y es uno de los factores por los que la mujer no se anima a denunciar, habiendo cada vez más víctimas de violencia y esto se debe a la falta de acompañamiento y protección por parte del estado. La víctima denuncia y se le otorga una restricción perimetral, cómo le llaman ellos, con un cese de hostigamiento pero es solo un papel que no asegura que salvará su vida, habiendo otros recursos que se podrían emplear y está muy mal llamado ese término porque no tiene valor ni peso legal ya que el delito configurado es la desobediencia a una orden judicial y ese es el verdadero delito, no la restricción; es la desobediencia lo que amerita que cumplan una condena, pero es más fácil decir que se rompiera la perimetral, no va preso y no se puede hacer nada si no encuentran el victimario en el lugar, es por eso que el peso legal está en la desobediencia pero no se utiliza siendo el verdadero delito.
Dayana Capacio
El violento, el sociópata, o el narcisista, una vez que seleccionó su víctima empieza a ejercer poder, dominio y control sobre ella bajándole la autoestima para que no tenga defensas; en el momento que la víctima se fortalece un poco e intenta buscar protección del estado, lo único que encuentra es una desprotección total y en muchos casos por falta de opciones vuelven con el victimario por necesidad, por qué no tienen dónde ir o qué comer, etc probablemente estamos hablando y muchas veces es la sociedad quien la juzga sin entender que no tiene herramientas suficientes para hacer otra cosa ante el desamparo de quienes deberían ayudarla y protegerla. En la gran mayoría de los casos, quienes están a cargo de esta realidad a nivel estatal, solo piensan en su sueldo y no en el bienestar de las mujeres que reciban a diario, esto se debe a la falta de políticas públicas reales sumado a la falta de capacitación por parte de jueces y fiscales; hoy tenemos victimología, ley de víctimas y un montón de herramientas que si se emplean son muy buenas para lograr una justicia justa y reparadora, pero no se lleva a cabo. Muchos empleados públicos ni siquiera saben de la existencia de la Ley Micaela ni para qué se utiliza, todos los derechos conquistados se van perdiendo; en lo personal, el día 4 de diciembre tengo audiencia con el asesino de mi hija porque pide la libertad condicional con el 50% de la pena y estoy casi convencido que se la van a otorgar. Cuando eso suceda lo voy a tener a 10 cuadras de mi casa y lo voy a cruzar de manera continua porque estamos entre dos avenidas que ambos estamos obligados a cruzarla y yo no voy a dar mil vueltas para llegar a mi casa siendo también una víctima de él, también sé que el femicida es desafiante, es capaz de venir y plantarse en la puerta de mi casa porque tenemos un sistema jurídico que no sirve para nada, en la audiencia anterior quien firmó el protocolo de seguridad para que pueda salir de la cárcel ni lo escribió, ni lo leyó pero sí lo firmó; cometiendo el error de decirlo y cuando la jueza toma conocimiento de eso, en vez de castigarlo y sancionarlo por lo que hizo, lo encubrió.
La jueza tapando la deficiencia del estado, es ahí donde uno dice «ya está todo arreglado» Y es ahí donde caemos en la realidad que este asesino puede (por ejemplo) salir a pasear las fiestas con su familia mientras que yo solo puedo llevarle una flor al cementerio a mi hija; el 21 de noviembre fue el cumpleaños de mi hija y ella no pudo estar conmigo, ni abrazarla ni darle un beso pero él sí puede visitar familiares, besar a su madre, a su padre o a su hermana. Yo no pido látigo ni que sea crucificado solo pido que cumpla la condena que la justicia inicialmente le impuso porque no se puede escribir con la mano y borrar con el codo, a mí se me informó que la condena es de 23 años de prisión, no que a los 12 años iba a salir; si revertimos las cosas, yo de muy chico juré salvar vidas y tengo muchos años como bombero, pero ¿Qué hubiese pasado si reaccionaba y lo mataba?. No pasaría nunca porque no está en mis genes ser asesino, pero a mí no me tendrían la misma contemplación, este asesino (dentro de la cárcel) tiene una radio y un teléfono disponible para su comunicación; teléfono desde el cual me llamó para contarme cómo me mató a mi hija, provocándome un infarto y cuatro stents en el corazón.
…teléfono desde el cual me llamó para contarme cómo me mató a mi hija, provocándome un infarto y cuatro stents en el corazón.
Parece que fuera políticamente incorrecto hablar del tema, si no se hablaría más y se controlaría para que todo esto no suceda, sin embargo Dayana es una más entre tantas porque esto sigue pasando y se sigue tapando, siendo mi hija y yo quienes cumplimos condena a perpetuidad; mi hija en un cementerio y yo de pie sufriendo.
La mata el 8 de mayo del año 2012 y hasta ese momento no estaba sancionada la Ley número 26.485 y estábamos bajo el rigor del código procesal penal viejo, pero cuando llegó a un juicio abreviado ya esta ley estaba en vigencia y el código procesal nuevo también; pero él fue juzgado con la ley más favorable para un femicida, por lo tanto hubo que retrotraerse al día del hecho Y así fue juzgado y es ahí cuando se lo condenó a 23 años con beneficios carcelarios que indicaban que con tres cuartos de condena podía salir, pero no con menos del 50% como está sucediendo hoy.
Otra barbaridad que ocurrió en este proceso fue ignorar la ley de víctimas qué indica que nos deben informar lo que sucede con el victimario (dónde va, si tiene salidas, etc), hubo tres audiencias en las que a mí no se me informó nada; esto implica que se le podría haber otorgado la libertad y yo encontrarlo de frente sin imaginar la reacción, ni siquiera se dio cumplimiento a eso.
Hoy me queda el recuerdo de Dayana con sus 17 años, mi hija del medio, la más «molesta» porque todos los días a las 7 de la mañana llegaba a tomar mates antes de ir a trabajar; entraba y revisaba toda la casa, hasta debajo de la cama, intentando saber si tenía pareja para (según sus propias palabras) cuidar sus intereses; era la que me hacía volver de donde esté porque tenía que ir a la escuela y la tenía que llevar, estando en la escuela a sólo 10 cuadras; mira la que los viernes a mitad de tarde la tenía parada en la puerta buscando dinero para salir, porque ella trabajaba pero papi bancaba todo eso, eran días de sonrisas; también era la más chinchuda, pero la más compañera. De un día para otro pasó de ser mi «Dumby» (así le decía), la que me mandaba mensajes, la que me caía sin aviso, la que se sacaba fotos en mi cama; pasó de ser eso a un frío expediente, si yo hoy quiero abrazarla tengo que abrazar un expediente (415/12). Ahí está todo detallado cómo me mataron a mi hija, inclusive las fotos que reflejan el momento que yo la encontré Y cómo quedó su cuerpo; entonces, si yo me quedo con un frío expediente, quién La mató debería quedarse con lo que realmente merece que qué es nada más ni nada menos que pagar la pena que la justicia le implantó Y ante lo que está pasando siento que la justicia es tan cómplice como quien niega la realidad de que sigue habiendo violencia de género y que sigue habiendo femicidios.
El asesino de Dayana
Después de su muerte tenía muy pocos caminos, uno era tirarme a la cama y llorar esperando que la vida me lleve, y otro camino era convertirme en lo que soy hoy; una persona que trata de ayudar para que no le pase lo que a nosotros nos pasó a otros, concientizando, dando charlas, rescatando víctimas, haciendo todo lo posible y más para que otros no pasen nuestro sufrimiento. Es el compromiso que tomé así me lleve la vida, hasta mi último aliento lo voy a hacer porque ese es el único homenaje que le puedo hacer a mi hija; luchar para que otras no pasen lo que le pasó a Day, no me queda más que eso y yo creo que fue la mejor de las opciones, todos los que realizamos esto terminamos enfermos porque las injusticias nos duelen y cada femicidio es un hacha que nos parte el corazón. Pero no nos vamos a poner de rodillas, vamos a seguir luchando en contra de la violencia machista porque por más que en mi caso sea varón, somos seres humanos y acompañamos y defendemos las luchas de las mujeres, porque también muchas de ellas dieron la vida para que a otra no les pase; por respeto a mi hija, y por respeto a todas las mujeres que dieron la vida, no queda otra alternativa que ponerse de pie y seguir luchando y aportando para que esta violencia que estamos viviendo desaparezca.
No vamos a ver el final de esta lucha, por la edad que uno tiene o por las cosas como se van presentando, pero sé que cuándo me vaya de este mundo puedo hacerlo con una sonrisa porque traté de aportar un pequeño grano de arena para que nadie tenga que pasar lo que yo pasé; trabajamos en red, siendo una tarea muy difícil porque el estado es muy mezquino, no funciona ni colabora y en esto estamos todos juntos (los sobrevivientes) para lograr un objetivo porque así vamos a ser más fuertes y prósperos para luchar contra el enemigo que es la violencia machista. También la violencia del estado que se produce de manera continua, siendo todos los organismos quienes deberían abrir los ojos y pensar en las víctimas, porque mientras ellos cobran suculento sueldos y disfrutan de la comodidad que esto les otorga, en otro lado están matando una mujer.
Lo ideal sería que se trabajen conjunto con las ONG y las agrupaciones qué son las únicas que trabajan las 24 horas sin percibir un peso, con el único afán de poder ayudar, tienen que aprender que la única forma de erradicar la violencia es así; dar herramientas necesarias a las personas que integramos estas agrupaciones que somos los que sabemos de verdad y no lo quieren ver. Ningún violento en el poder va a querer cerca personas que llevan adelante esta lucha sino que va a rodearse de gente que sea solidaria con su propia violencia, todo funcionario con este antecedente no debería poder estar en ejercicio, lo que sucede es que la «trampita» está en que la persona debe ser denunciada y condenada; mientras la condena no exista prima la impunidad, es por eso que estas leyes siguen siendo garantistas para el poder y no para las víctimas».