Karl Jaspers, es un filósofo existencialista alemán que proviene del campo de la medicina y de la psiquiatría (no quería ser filósofo, ni quería ser docente de filosofía), y también tuvo estudios en el área de la jurisprudencia. Cuando empezó a ejercer la docencia, lo hizo desde el área de la psicología, pero comenzó a darse cuenta que estaba buscando un saber total del hombre, y cuando se acercó a sus cuarenta años se dedicó por entero a la filosofía.
Jaspers se nutrió de diversos pensamientos filosóficos, como Spinoza, Kant, Plotino,
Nicolás de Cusa, Bruno, Schelling, Kierkegaard, Nietzsche, Goethe y Max Weber. Ha
publicado diversas obras, que dialogan entre sí, se complementan entre ellas, y, no se
comprenden si no se leen en forma complementaria, por lo que lo que una obra plantea el mundo del pensamiento, en otra obra, se hace ver como un realidad del pensar.
Jaspers se encuentra en una posición intermedia entre lo que se puede ver como un
existencialismo “ateo” y un existencialismo “cristiano”, y su planteo filosófico no intenta lograr una imagen del mundo sino que su interés filosófico a partir de la perplejidad misma de la vida, para Jaspers la filosofía es una praxis, y es una praxis muy particular.
La praxis de la filosofía es real en el punto más culmine y más excelso del filosofar
personal. En tal culminación esa praxis es mi culminación interior, por medio de la cual llego a mi mismidad: es “aquella sublime experiencia positiva de ser sí mismo”.
La filosofía es, pues, para Jaspers, pensamiento existencial; su fin, no es el conocimiento de las cosas del mundo, sino el despertar de las cosas del mundo, sino el despertar y la realización de la existencia del verdadero “sí mismo”. El origen existencial de la filosofía se fundamenta en un pensar propio, en un pensar personal. El pensamiento filosófico nace cuando el “sí mismo” profundo despierta en el hombre y pregunta por el sentido de la existencia; se origina en el impulso de la existencia al esclarecimiento de sí misma.
Este origen hace que no sea posible a todos asentir a la misma filosofía. Cada uno tiene su verdad existencial, que es absoluta solo para él. Validez absoluta y relatividad no se
excluyen: la validez es absoluta para la existencia y la relatividad pertenece al fenómeno objetivo de lo pasado y lo expresado.
Como en una filosofía entendida como praxis los interrogantes nacen de la vida misma, están, en cada momento, ligados a la situación histórica. Así Las preguntas kantianas (que puedo saber, que debo hacer que puedo esperar, que en el Tratado de lógica las resume en que es el hombre)se transformaron para Jaspers en estas cinco: que podemos conocer por las ciencias; como podemos lograr la más honda comunicación; en que forma es accesible la verdad; que es el hombre; que es la Trascendencia (Dios). Estos interrogantes delimitan tres grandes campos que son las tres grandes campos que son las tres grandes tareas del pensamiento de Jaspers: la exploración filosófica del mundo, el esclarecimiento de la
existencia y la metafísica.
Para poder abarcar estas tareas Jaspers plantea que hay tres fundamentos, el primero de ellos es el asombro, que es la pregunta que abarca la totalidad de los entes y la parte de la filosofía que se ocupa de este problema del fundamento, con todas las inflexiones propias del mismo, se llama metafísica.
Este asombro del hombre surge cuando ante la totalidad de entes que le rodean puede no haber habido nada, y para pensadores como Platón y Aristóteles, que el asombro es el origen de la filosofía, lo que impulsa al hombre a filosofar. En efecto, el que algo sorprenda hace que uno se pregunte por lo que ocasiona la sorpresa; y la pregunta lo lleva al hombre a buscar el conocimiento.
El segundo de ellos es la duda, que se produce cuando el hombre se percata que su
pensamiento esta acechado por el error, y ocurre en las diversas áreas, como por ejemplo, la filosofía, la ciencia y, también, en la vida diaria.
El asombro en un momento vacila y se transforma en duda cuando se observa la
multiplicidad de los sistemas filosóficos y su desacuerdo mutuo y, en general, la falibilidad de todo conocimiento. Esta situación lleva al filósofo a someter a crítica a nuestro conocimiento y nuestras facultades de conocer, y es entonces la duda, la desconfianza radical ante todo saber, lo que se convierte en origen de la filosofía.
A partir de los errores comunes (por ejemplo, los sentidos) se generan dos tipos de duda, por un lado, la duda pirroniana, y, por otro lado, la duda metódica o cartesiana.
A partir del asombro el hombre se hace preguntas, y, en especial, preguntas por el
fundamento, pero si la respuesta conduce a un error, y a partir de ese error se duda. A partir de estos dos fundamentos nos surge la pregunta sobre que es el conocimiento, su alcance y su valor, y esta parte de la filosofía es mostrada como teoría del conocimiento o gnoseología.
El tercer fundamento son las situaciones límites, por lo general el hombre se enfrenta a situaciones que cambian o pueden cambiar, pero también hay diversas situaciones que son inherentes a la condición humana, y de acuerdo a Karl Jaspers “que, en su esencia, permanecen, aun cuando sus manifestaciones momentáneas varíen y aun cuando su poder dominante y embargador se nos disfrace (…) debo morir, debo sufrir, debo luchar, estoy sometido al azar, inevitablemente me enredo en la culpa”.
Estas situaciones que son insuperables, situaciones más allá de las cuales no se puede ir, situaciones más allá de las cuales no se puede ir, situaciones que el hombre no puede cambiar porque son constitutivas de su existencia, es decir, son las propias de nuestro ser- hombres. Porque el hombre no puede dejar de morir, ni puede escapar al sufrimiento, ni puede evitar hacerse siempre culpable de una manera u otra. En cuanto que tales situaciones limitan al hombre, le fijan ciertas fronteras más allá de las cuales no puede ir, puede decirse también la radical finitud del hombre.
Toda la filosofía se encolumna detrás de estos tres fundamentos y que atraviesa la historia de la cultura humana para poder partir a plantear grandes sistemas de pensamientos filosóficos, que no son sino abstracciones de la vida cotidiana.
