Nacido en 1930 en Córdoba, se definía como marxista, líder indiscutible de la filial cordobesa de Luz y Fuerza, referente de lucha, dirigente defensor de los intereses de sus compañeros sin negociar jamás con burócratas comprendiendo los límites de la lucha sindical y la necesidad de pelear por el protagonismo de los trabajadores en la política, encumbrado con el Cordobazo, hincha de Huracán, gustaba del ajedrez y del básquet, padre de Malvina y
Héctor, líder del Movimiento Nacional Intersindical, militó la terquedad de la esperanza arengando y dando fuerza a la clase trabajadora para mantener la lucha contra patrones y represores, detenido innumerables veces, entregado
por Hipólito Yrigoyen, obró siempre de manera colectiva demostrándolo con hechos concretos hablando y actuando en plural y rodeado de sus pares, rebelde obrero, siempre supo que la democracia sindical no pasaba por la hegemonía del dedo sino por las asambleas de cada sector, intransigente en la defensa de sus principios, convencido y ejemplificando que un dirigente sindical tiene que vivir en la misma condición que los trabajadores a los que representa… Enfermo y perseguido por la Triple A, compañeros lo trasladan a Buenos Aires con un cuadro de encefalitis para ser tratado en el mayor de los secretos, donde muere el 5 de noviembre de 1975 a los 45 años; su cuerpo fue llevado a Córdoba en ambulancia (sentado en el asiento del acompañante), velado en la casa de un dirigente, despedido en el Club Redes Cordobesas (actual polideportivo) y a su cortejo asistieron más de 20.000 personas, todas dispersadas a tiros por la policía y por matones escondidos en las bóvedas.
La actualidad, repleta de dirigentes sindicales traidores o socios de la oligarquía, es prioridad recordar, poner en práctica, interiorizarse, aprender y defender el legado del «Gringo» Tosco como una tarea ineludible; él nos decía:
«Nuestra experiencia nos ha enseñado que, sobre todas las cosas, debemos ser pacientes, perseverantes y decididos; a veces pasa tiempo sin que nada aparentemente suceda pero si se trabaja con ejercicio de estas tres cualidades la
tarea siempre será fructífera: nada debe desalentarnos, nada debe dividirnos y nada debe desesperarnos»
