Hace años escuché a una conductora argentina decir: ¡Cómo te ven te tratan! y por algún tiempo puse en tela de juicio dicha frase, sin embargo por alguna razón, algo en mi conciencia quedó repiqueteando con aquella afirmación, y quise llevarla al banco de los acusados y sacar mi propia conclusión.
Tenía formada una opinión, aunque desde un aspecto negativo, así que quise verificar mi propia razón e hice un experimento, podría decirse un estudio social y descubrí, que cada vez que arreglaba mi aspecto externo las personas tenían una mejor aceptación de mi persona. Me inflaba como un sapo al afirmar que el mundo circundante era superficial, y un día me pasó algo inesperado, estando a la par de un hombre de color, su olor hizo que me corriera de su lado y caí en cuenta que yo era tan superficial como todos, que mi poca empatía, amor y entendimiento era el problema de fondo como el de todos.
Pasaron muchos años de aquellos días, y trate de ahondar en el porqué de esta conducta humana, y descubrí algo muy interesante que quiero compartir con todos ustedes, al margen de aprender sobre la aceptación a lo diferente, al no juzgar de ninguna manera, me sorprendí a mí misma, al verme repetir esa la frase a otra persona, pero esta vez con otra connotación, más positiva, quería ofrecerle a esa persona la posibilidad de tener una mejor versión de sí mismo mejor, y que pueda conseguir una trabajo, a partir de allí todo cambió. No importa el porqué los demás hacen las cosas, importa el porqué yo hago las cosas, nunca conformaremos a todos, pero podemos ser fieles a nosotros mismos y eso se llama autenticidad, como escritora y sobre todo como hija del amor –Dios– quiero dar lo mejor de mí, sea en un aspecto interno o externo, no es fácil encontrar el equilibrio entre lo que es y no es “correcto”, pero intentémoslo, busquemos el lado bendito de las cosas, y seamos realmente uno en amor con el otro. Mis amadas metáforas, que tanto amor me dieron con su belleza, me enseñaron una mejor aceptación del poema, encontrar la hermosura en los versos, en aquella simple flor, en la planta y en las manos de quien la siembra.
Amo dormir en una cama limpia, fresca, cómoda y aquello es lo que ofrezco, aunque solo tenga un montón de paja para hacerla, así como también un plato de comida con
dos papas o la alegría del despertar de un nuevo día. Miremos con misericordia a los
otros, así como también a nosotros mismos, y todo comenzará a revelarse, desde el
mismo momento en que seamos capaces de correr el velo de nuestros ojos.
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