Entre los protagonistas de lo que llamamos “filosofía helenística”, entre otros se encuentran los epicúreos, modo de vida (defino a este período como “modo de vida”, debido a que no se desarrolla en una “escuela” propiamente dicha) que se desarrolla en el jardín de la casa de Epicuro.
Epicuro es oriundo de Samos, en el seno de una familia de colonos atenienses, y a
empezado a comprender la filosofía a los 14 años cuando cuestionó la Teogonía de Hesíodo y a los 18 años se mudó a Atenas para cumplir con el servicio militar, en una época de agitación debido a la muerte de Alejandro, y luego estudio en ciudades jónicas.
Tuvo contacto con doctrinas platónicas y democriteas, y también enseñó en diversas
ciudades antes de empezar su trabajo de enseñanza en Atenas, y es ahí donde compra una casa con jardín, donde puede desarrollar este “modo de vida”, con una comunidad humilde, con un tipo de vida sencilla y evitando caer en los lujos que proclamaba la doctrina.
Epicuro sostenía una dieta a base de pan y agua, y, a veces, un poco de vino, y se sostenía económicamente con las contribuciones y/o donaciones de los discípulos y sus familiares.
Era un “modo de vida” bastante revolucionario para la época, debido a que se encontraban personas de diversos estratos sociales y también se encontraban tanto hombres como mujeres, y todos tenían el derecho a poder expresar sus pensamientos.
Los comentarios de la época que han recogido varios autores (por ejemplo Diógenes
Laercio, Plutarco, etc.) muestran que Epicuro era un hombre generoso, alegre, y, también era muy querido por sus discípulos y seguidores. Llegó a ocupar el lugar de Dios, es decir, ocupaba un lugar de centro religioso, y se lo demostraba con diversos rituales.
Sus discípulos conservaron los escritos, para usarlos como brújula ante los avatares de la vida, y esos escritos se conservaron sin ser criticados y tampoco fueron cambiados, debido al lugar central (cuasi religioso) que ocupaba Epicuro.
Epicuro tenía una mala salud, para lo que dedicaba la búsqueda de conservar lo mejor
posible su salud, y, para esto se planteaba el filósofo como terapeuta, por lo que creaba el tetrafarmakon, lo que se conoce como el cuádruple remedio, que se basa en los siguientes puntos:
No hay que temer a los dioses;
La muerte no es motivo de preocupación;
Lo bueno se consigue con facilidad;
El dolor se puede soportar;
En los fragmentos que nos encontramos hoy en día de Epicuro no se encuentra esta doctrina desarrollada, pero en todo el desarrollo de su filosofía, de su modo de vida, y dentro de la concepción del mundo y de la cultura encaja con bastante exactitud.
Cuando Epicuro murió desde el lecho de muerte le dijo a sus discípulos y a sus seguidores: “Vivid alegre y recordad mis doctrinas”.
Las doctrinas epicúreas quedaron plasmadas en más de 300 volúmenes, y que se dividen en diversos temas, como por ejemplo física (teoría de la naturaleza, que incluye también su cosmogonía), canónica (teoría del conocimiento, lo que anacrónicamente denominamos: gnoseología y/o epistemología) y ética (que además de plantear su visión del bien y el mal, plantea su visión política).
Tuvo una producción muy prolífica pero que lamentablemente se perdió muchísimo de su obra, por lo que, no es extraño, pensar y leer, en las diversas ediciones de sus obras completas se encuentren en las diversas presentaciones, comentarios y estudios
introductorios del editor y, ocasionalmente, del traductor.
También Diógenes Laercio nos muestra que Epicuro dejó tres cartas, de las cuales dos (las que son dirigidas a Herodoto y a Meneceo) son consideradas genuinas; mientras, que la tercera (la que es dirigida a Pítocles) es considerada apócrifa.
La riqueza de Epicuro radica (que aunque no nos llegó completa) en que su doctrina se
mantuvo intacta en su entorno (sin siquiera atreverse a ser mejorada y/o criticada) por varios años, pero también tenemos varias fuentes indirectas de diversas personas muy diferentes entre sí.
También otra muestra de la riqueza que tiene la doctrina de Epicuro es que abarca diversos temas que abordan la física, conocimiento y ética.
Lo que promueve Epicuro y que llega hasta nuestros días, es la forma de llevar una vida austera y sin mayores preocupaciones materiales, de mostrar una forma relajada de ver la muerte, la forma de hacer ciencia y de vivir una instanciación lúdica a través del hedonismo.
Epicuro imparte una forma de vida, austera, desde su jardín incorporando una pluralidad de voces, de diversos estratos sociales, de diverso género y, de diverso sexo.
Epicuro mostró la pluralidad de voces es necesaria para aprender que de la voz de otra
persona se puede ayudar y se puede encausar una situación (cualquiera sea) la cual es mal encarada.
Epicuro mostró que en esta época (que en general es deudora de la filosofía socrática, y también al círculo socrático), suele mostrarse como “Sócrates demente”, como una persona que enseña de manera brutal y casi sin concesiones.
La riqueza epicúrea actualmente nos puede ayudar a mostrar que una vida austera es
necesaria (aunque con las necesidades básicas satisfechas), y que eso nos evita caer en el hiperexitismo que impone la guerra de estímulos en la que estamos inmersos.