
En la historia de la cultura humana, siempre existe una construcción de una otredad, y estas construcciones dependen de las competencias de las personas que construyen, y hay diversos autores que lo abordan de diferentes maneras.
En esta ocasión pienso abordar la construcción del otro a partir de tres autores diferentes y que lo plantean en diferentes maneras pero que coinciden en un modo: la construcción del otro mayormente se hace de manera lingüística.
El primero de los autores es Tzvetan Todorov, autor búlgaro que vivió entre los años 1939 – 1963, que en 1982 publica La conquista de América. El problema del otro y en el capítulo 1 “Descubrir”, ya plantea que el encuentro (ligado al descubrimiento) que un yo hace del otro, y lo plantea como un tema inmenso, y que tiene diferentes aristas.
Todorov plantea que un yo encontrarse con otros los hace a partir de reconocerse sujetos, es decir, de verse como una multiplicidad de yoes, que se plantean como sujetos que tienen características similares, pero que unos entran en un lado y los demás están en oposición.
Esta oposición que se da entre yo y otro, también se pueden dar entre diferentes grupos sociales, por ejemplo, las mujeres para los hombres, los pobres para los ricos, los locos para los “normales”; y/o, también se pueden dar entre sociedades, como ocurre en el descubrimiento y conquista de América.
Se puede ver que para Todorov las diversas figuras que se encuentran, lo hacen a través del egocentrismo, mostrando como se muestran los valores propios con los valores generales, mostrando que el mundo es uno.
El segundo de los autores es Edward Said intelectual palestino (1935 – 2003), que en
Orientalismo, se muestra como Occidente y Oriente se construye y apuntala la primera con imagen y reflejo de la segunda.
Para poder afirmar esto, Said plantea una serie de puntualizaciones: la primera, es que, en un principio Oriente se construyó sola y hoy conviven elementos orientales en la cultura occidental; la segunda, las culturas no se entienden si no se entienden las relaciones de poder imbricadas entre ellas, es decir, que, a partir del siglo XIX, Oriente sufrió la dominación hegemónica de Occidente, de diversas maneras; la tercera, es que el orientalismo no es una construcción mitológica, sino que es una estructura construida sobre los valores de verdad occidentales.
Estas dos entidades geográficas se apoyan una sobre otra, y ambas se reflejan una sobre la otra. En Oriente, se muestra que las diversas personas que las constituyen, en sus diversas profesiones, son integradas bajo el paraguas de la hegemonía cultural occidental, que es lo que determina la durabilidad y la fuerza de Oriente.
La tercera autora es la francesa Simone de Beauvoir (1908 – 1986), y plantea que lo que define a otro es un uno, por lo que el otro se somete a la visión del uno, y que la diferencia en algunos casos es numérica como los Negros en EE. UU., como los judíos en la Alemania nacionalsocialista, pero en el caso de hombres y mujeres no es así.
Simone de Beauvoir, sostiene que hay tantos hombres como mujeres en el mundo, y que si se niegan a estar en inferioridad a las mujeres respecto de los hombres, es simplemente, plantear la renuncia a ciertos (supuestos) privilegios que obtendrían las mujeres.
Según de Beauvoir, el hombre que construye a la mujer como otro encontrará muchísimas complicidades, es decir, que en este contexto se puede mostrar como proyecto, como una trascendencia del hombre.
Es en estos tres autores que tienen posturas muy distintas que avanzan sobre diferentes cuestiones, que marcan un hilo conductor que se establece una construcción lingüística de unos sobre otros.
Es decir, que se plantea que Todorov muestra que el descubrimiento y conquista del otro, también hay una construcción que se hace desde el lenguaje; en el caso de Said, Oriente es construida sobre los relatos de Occidente; en el caso que plantea Simone de Beauvoir, la mujer es construida sobre las palabras del hombre.
Estos tres casos muestran además que se produce una construcción hegemónica (en el
sentido que plantea Antonio Gramsci) que constituye la idea de que es un compuesto de dominación y consenso.
La dominación se produce desde lo que denominamos la cultura superior y el consenso se produce desde lo que denominamos la cultura inferior.
Se puede ver que estas muestras de construcciones hegemónicas a través del lenguaje están destinadas a acallar a las culturas inferiores que son las dominadas, y que además de la destrucción material se acompaña la destrucción simbólica.
Estas tres construcciones (que son tomadas como ejemplo), ayudan a vislumbrar que
cuando observamos y construimos a la otredad, ejercemos esa construcción desde un polo de dominación, desde un polo de superioridad, y, que lo construido (para poder mostrar lo que es el uso de la hegemonía) tienen que aceptar ser un constructo inferior.
También esta hegemonía construye lugares laborales, desde donde se ejerce una división sexual del trabajo, y las diferentes circunstancias económicas a la que el polo inferior es sometido.
Es en este contexto que, como así se plantea en los tres autores (sistemáticamente)
abordados que si el polo inferior se rebelara a los constructos del polo superior, el polo
inferior renuncia a los (supuestos) beneficios.
En estos tres autores se muestra que siempre hay un polo superior, que se construye como dominador, y, un polo inferior, que es construido como dominado, donde el polo superior brinda determinados (supuestos) beneficios.
Muy interesante