Mi noche se extravía en el profundo
sueño extasiado. No hallo en el insomnio
consuelo, amor, mentiras. Manicomio:
donde a encerrarme voy, meditabundo.
Pero me azota un verso innominable
que dice ansiar descanso de sí mismo
el mismo verso lleva el heroísmo
de que la noche sea soportable.
El proceloso caminar que elige
sin desdeñar lo sólito. Bruñidos
dejó los versos, que tan bien zurcidos
son piezas de arte que el alma colige.
Caronte, viejo infame, no en tu barco
No tú Átropos, ni tú, bestia, Cerbero
me llevarán sin perderme primero
en las sublimes líneas que me embarco.
«¿De qué nos salva la injusta vigilia?»
dice la que buscó versos que al paso
leyendo uno pensara que al Parnaso
viajó y con su poesía nos auxilia.
Y «se cuelan intrusos pensamientos»
también en mí al leer este poemario.
La poeta hace temblar al diccionario
la mente se diluye en sentimientos.
Y quien escribe ¿es acaso Alcmena?
¿es Afrodita?, ¿es Dafne?, ¿es Aurora?
de rojo carmesí el cabello, es Cora
dulce su voz nos transmite su pena.
No es bigardía, no es apoteosis
es poética verdad ¿quieren que explique
—que lo que dije en prosa versifique?
lo estoy haciendo, ¡vaya epanortosis!
Poetastro yo, que me pierdo en la nada
no importa, no es de mí de quién se trata.
El libro que en las sombras me maltrata
léase bien, es: LA NOCHE EXTRAVIADA.
Poemario; » El Somnifero», Emanuel Bibini