-A esta altura de mi vida, ¡nadie me va a callar!- indignada, dijo Ana María -una vecina de Bragado- mientras leía el COMUNICADO IMPORTANTE de este diario, emitido el sábado 10 de agosto. Añadiendo que -si hay libertad de prensa, de ninguna manera pueden coartar las informaciones, que para eso estamos en un país democrático- Aclaró que un gobierno no puede cerrar la fuente de información y menos no contestar cuando es al pueblo -a quien representa- el que exigen una respuesta a su gestión. La vecina que ya vio pasar frente a sus ojos a tantos muertos, me pregunta:-¿Son venezolanos? -Porque si es así, que se vayan a vivir a Venezuela-. El discurso de esta abuela con más de ocho décadas, no quedé allí, sino que arremetió con énfasis a todos los que de alguna manera apoyan el pacto de silencio- la plata es buena en el bolsillo, para eso todos nos haríamos amigos del intendente- ¡Es una vergüenza! ¡Esto también es corrupción! Pues es falta de ética en la función pública.
Ante mi propia ignorancia con respecto al tema, me quedé en silencio, sin embargo me quedó dando vueltas en la cabeza, el porqué asoció falta de comunicación con corrupción. Y puesto a saber más, encontré varias explicaciones y entre ellas citaré solo dos a modo referencial, la primera a nivel espiritual y la segunda a modo conductual.
La corrupción es el pecado que, en lugar de ser reconocido como tal y de hacernos humildes, es elevado como sistema, se convierte en costumbre mental, una manera de vivir. La corrupción no es un acto, sino una condición, un estado personal y social en el que uno se acostumbra a vivir. El corrupto está tan encerrado y saciado en la satisfacción de su autosuficiencia que no se deja cuestionar por nada ni por nadie. (Página scielo.cl)
Desde una perspectiva etimológica, el concepto de corrupción se encuentra vinculado con la idea de descomposición. El término deriva del latín corruptio, que está compuesto por el prefijo con (junto, globalmente) – y la locución rumpere (romper, quebrar, partir) (Rodríguez, 2004; Pardo, 2018). De esta manera, etimológicamente “expresa la idea de un acto que altera el estado de las cosas mediante la complicidad o la actuación conjunta de dos o más individuos” (Rodríguez, 2004, p. 341); aunque también podrá entenderse como “un proceso en cuya dinámica lo que se encuentra unido y junto se separa, se quiebra, se disgrega, se descompone” (Pardo, 2018, p. 92). En otras palabras, la corrupción haría referencia a la alteración o distorsión de la naturaleza o esencia de las cosas. (Idehpucp.pucp.edu.pe)
Quiero cerrar esta nota con las palabras de esta abuelita bragadense, que tranquilamente nos puede dar cátedra en alguna cuestiones de cómo debería manejarse el poder político -¿Esconden algo que uno no puede interesarse?- Sería bueno preguntarnos el por qué de algunas cuestiones, que nos atañen a todos. Quizás a ella hoy le duela mucho más que a otros, porque nació con el diario, porque es un medio informativo local, ese de su lugar de pertenencia. Todos deberíamos tener la misma empatía, pues lo que hoy pica, mañana supura, se infecta y se hace gangrena, que no solo cortará el dedo herido sino que puede cortar a sus otros dedos compañeros.