“Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto; es un
hábito”. Aristóteles.
Atravieso un tsunami de emociones, mi amigo Alejandro del otro lado de la línea me
contiene, él es un gran artista en hacer reír, sin embargo no son sus chistes que me
encausan, es su calidad humana. Esa calidad humana que siempre quiero rescatar de
toda y cuanta persona me cruce en el camino, y más -me tendrán que disculpar- si es
de otro artista.
A ella le da apuro que las personas la llamen artista, pero lo es, y es una artista muy
buena, multifacética. Estoy hablando de Graciela Manzione, muchos la conocerán como
“la profe” o la persona que se ocupa -en parte-de la organización de la feria del libro,
porque como ella bien dice, es un equipo.
-Ahora- pocos sabrán de sus emociones, qué siente Graciela cuando un ex alumno la
recuerda, la besa con ternura y la abraza por la calle. ¿Qué siente Graciela al mirar a
sus gatos? Quise preguntarle muchas cosas, pero no hizo falta. Fue mirarla a los ojos y
meterme en su estructura derribada, cuando hablaba sobre el amor a la enseñanza.
Nació para enseñar, para dejar un legado a las futuras generaciones. El propósito para
ella fue mucho más palpable desde el aula, extraña a sus alumnos, debe ser por aquello
que dice Aristóteles – somos lo que hacemos repetidamente- y no pudo evitar hacerlo
delante mío, con uno de sus gatitos, que quiso subirse a la mesa mientras tomábamos
unos mates. Lo corrió con dulzura, pero con firmeza.
Sensible, autoexigente, la fotógrafa me muestra su imagen sin filtros. Tiene buen gusto,
y no solo en la combinación de colores, texturas, formas sino también en los sabores,
que dicho y paso tengo que decirlo – gracias por la tarta, me encantó- todo un detalle.
Algo más, que sin hablar me dice mucho. Y no sé… si porque somos artistas, sentimos
y vemos desde una perspectiva diferente las cosas, pero ante nuestros ojos se desnudan,
dándonos las letras que necesitamos para cada espacio en blanco.
Ella teje su urdimbre diaria con paciencia y dedicación. En su urdimbre se puede
apreciar hilos invisibles de nostálgicos recuerdos, atesorados y callados, así como
algunas de sus joyas muestran las manos de quien las realizó, mezclando en un telar
elementos de la naturaleza -espinas y hojas- así como también poniendo en
manifiesto todo un procedimiento detenidamente estudiado, para encontrar la forma
-esa excelencia-entre las mostacillas de vidrio y el fundido de bronce.
El arte es originalidad, es hacer una entrevista sin entrevistar. Es mostrar la realidad
desde una óptica no vista, y hasta quizás diría no valorada.
Cuando conocí a Graciela me preguntó si era antropóloga -por supuesto que le dije que
no- no estudie esa carrera, pero es cierto que hice un máster en comportamiento
humano, y no lo digo porque quiera resaltar alguna cualidad propia, sino que a través
de estas líneas, quiero poder mostrarles a ustedes toda la belleza, toda la verdad que hay
frente a nuestros ojos, y solo necesitamos una cosa, detenernos.
Hermosas palabras!!! Quien conoce a Graciela, se transporta al arte con todos los sentidos. » Es mostrar la realidad» q va tejiendo a su paso: a través de sus joyas, de su equipo, en la Feria de Libro, de sus comidas!!!.
Bravo!!! Y Felicitaciones!!!