
Siempre pensé que mi papá era de fierro, la fuerza de voluntad que veía en él me hacía sentir que lo podía todo. Me cuidó y me acompañó, me educó y nunca me humilló. Con él aprendí lo que es pedir perdón después de pelear, porque no hay nada más fuerte que un amor de padre e hija que no soporta la idea de herirse mutuamente.
Voy a recordar siempre cuando me llevabas en el caño de la bici hasta el medio del campo para que pescáramos juntos y me sacaras fotos como si fuera la más bella del mundo. Solía pensar; qué fuerte es mi papá, qué fuerza de voluntad tiene.
Tu consejo vale oro para mí. Todas las veces que estuve perdida y no supe a dónde ir, encontré paz y calma en tus brazos. Admiró que todo lo que hiciste fue intentar entenderme, nunca me juzgaste y siempre quisiste verme florecer.
Mi crecer con vos estuvo lleno de amor y música, siempre tan rebelde y distinto, como todo lo que nos gusta. Ir contra la marea, siendo nosotros mismos, con una sonrisa y transmitiendo alegría a quien se acerque.
Hoy en día, te veo dar más de lo que deberías para que yo pueda vivir bien y tener el privilegio de estudiar la carrera que me gusta. Te levantas todas las madrugadas sin falta, con o sin ganas, pero te levantas. Me choca entender que no sos de fierro y que estás cansado y mayor, pero hoy me doy cuenta de que esa fuerza de voluntad que yo veía de chica, es amor. Y lo único en lo que pienso es en devolverte ese amor de todas las maneras que se te ocurran, que seas feliz, tocando la guitarra y disfrutando de lo que vos creaste, una familia. Te amo Pa, feliz día del padre.
Tu hija, Josefina Sosa.