Hay algo especial en el juego de la » Bolita». Los que jugábamos cuando eramos niños, teníamos la posibilidad de comprarnos muchos modelos. Por un lado; las famosas » Japonesas», unas bolitas cuyo atractivo se encontraba en la combinación de colores, y cuanto mas disparatada fuera; mejor, porque había otras que eran fáciles de conseguir y entonces todos las tenían. Ya cuando la avaricia nos iba controlando queríamos llenar muchos tarros aunque tengamos muchas repetidas. Después estaban las bolitas de porcelana, reconocidas siempre en su color » leche», que dio origen a su nombre vulgar » las lecheras», aunque después comenzaron a fabricarse las lecheras de vidrio. En otra categoría encontrábamos las bolitas «brillantes», que a nuestros ojos tenían otro nivel. Podemos afirmar que tienen que ver con lo Premium, con lo superior.Pero si bien todos podíamos comprar en mayor o menor medida las bolitas, o «Canicas» como dicen los Mexicanos, lo que mas amábamos era «Jugar a la bolita «. Muchos eramos fanáticos de apostar a una » Chanta», aunque había muchos conservadores que preferían un partido a tres » chantas», y cuando jugaban relativamente parejo , el partido podía durar varios recreos. Si, porque la bolita siempre estaba presente en las escuelas primarias, y en algunos casos ( aunque en menor medida) estaba presente en las escuelas secundarias. El perdedor del partido tenia que «pagarle» al ganador con alguna bolita, en pocos casos se apostaba por algún modelo en particular, y la mayoría de las apuestas el perdedor pagaba como lo creía conveniente. Al sonar el timbre , los alumnos de los distintos grados que jugaban a la bolita , salían al patio a buscar un lugar donde hacer el » Opi»; un agujero en la tierra donde debíamos embocar primero la bolita si queríamos el derecho de » Chantar» la bolita del contrincante. » Hace manopla» decía enojado alguno que consideraba que el otro le estaba haciendo trampa ( acortando de mas la distancia para pegarle a la bolita).Cambien podía jugarse solo para pasar el rato, venían a ser como «amistosos de la bolita», donde simplemente los partidos eran para probarse el uno al otro a ver quien chantaba mas, como así mismo, sucedía cuando algunos de los jugadores consideraba superior a su adversario, por lo que si se apostaba , la derrota era asegurada. Algunas veces las reglas podían pactarse con alguna variación para alcanzar el triunfo. Por ej ; existía el » Quiña anti opi», donde se podía chantar al otro antes de haber embocado la bolita en el agujero que se hacia en la tierra, aunque lógicamente después había que embocarla en el opi , de lo contrario no había triunfo. Si se pactaba de antemano, había casos donde podía usarse el famoso » Bochon». Se trata de bolitas de 4 o 5 veces de mayor tamaño que las comunes, y en algunos casos eran bolillas de acero, las que sacaban de los Bolilleros. Lógicamente en este caso ; se pactaba mayormente que quien » la picara» , es decir , rompiera la bolita del otro, tenia que dar otra bolita en concepto de reparar el error. Supimos ver el arte en nuestra niñez, aun cuando era el recreo.
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